El morcón de jabugo, envidia del campamento base

"Con la pinta terrorífica de los jamones y el morcón de jabugo seremos la envidia del campamento base". Manuel González y sus seis compañeros afilarán los cuchillos entre la nieve a 5.300 metros de altitud para degustar los 30 kilos de curados donados por un patrocinador, mientras a ingleses y suecos se les hará la boca agua.

A medida que suben los metros de altitud, desciende el oxígeno pero también la calidad de las comidas. Aparecen las conservas de pescado, la fruta enlatada, hasta llegar a la gran altitud, donde el menú apenas varía de los arroces rápidos y la comida deshidratada. ...

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"Con la pinta terrorífica de los jamones y el morcón de jabugo seremos la envidia del campamento base". Manuel González y sus seis compañeros afilarán los cuchillos entre la nieve a 5.300 metros de altitud para degustar los 30 kilos de curados donados por un patrocinador, mientras a ingleses y suecos se les hará la boca agua.

A medida que suben los metros de altitud, desciende el oxígeno pero también la calidad de las comidas. Aparecen las conservas de pescado, la fruta enlatada, hasta llegar a la gran altitud, donde el menú apenas varía de los arroces rápidos y la comida deshidratada. Las mayores alegrías para el paladar son algunos frutos secos y chocolate.

"Todo el equipaje iba medido al milímetro y cada gramo que añadíamos de más era sopesado", exageraba Rafael Rodríguez. Tras un primer envío de cargo aéreo, los alpinistas han facturado en total 800 kilos de equipaje, incluyendo el equipo técnico, víveres y ropa necesaria. Para evitar congelaciones, los montañeros irán forrados. Vestirán una capa interior térmica que seca el sudor con rapidez, una intermedia de calor reforzada con pluma de ganso, y una tercera impermeable para la nieve. Todo absolutamente vital. Tanto, que al plantear la compañía aérea un cambio en el equipaje permitido por persona, la expedición decidió de inmediato cambiar de compañía, los billetes fueron anulados, y vuelta a negociar un nuevo acuerdo para llegar a Islamabad. "La aerolínea paquistaní nos prometió 40 kilos por barba y luego se vino atrás. No tuvimos más remedio que volver a empezar con otra", cuenta González resignado.

El principal extra del equipaje facturado lo componen las tres cámaras de vídeo con las que realizarán un documental, el radioteléfono satélite, el ordenador portátil, el GPS y todo el cableado necesario. Las comunicaciones de que disfrutarán gracias a la última tecnología reducirán riesgos y les intentarán ofrecer pistas sobre el enemigo más temido e imprevisible: el tiempo.

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