Muerte súbita de un ciclista en carrera

El italiano Alessio Galletti fallece de parada cardiorrespiratoria mientras ascendía un puerto en la Subida al Naranco

El ciclista italiano Alessio Galletti, de 37 años, falleció ayer a causa de una parada cardiorrespiratoria en plena disputa de la XXIX edición de Subida al Naranco, previa a la Vuelta Ciclista a Asturias, y cuando apenas faltaban 15 kilómetros para alcanzar la meta.

Alessio Galletti parecía cualquier cosa menos un ciclista. Era feo. Ojos pequeños y vivaces. Pedaleaba torcido, contrahecho. Intentaba alegrar su cara, siempre congestionada, mofletuda, con una perilla teñida de platino. Tenía 37 años, una heladería en Pisa y una mujer embarazada de su segundo hijo. Nunca había sido un gran ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El ciclista italiano Alessio Galletti, de 37 años, falleció ayer a causa de una parada cardiorrespiratoria en plena disputa de la XXIX edición de Subida al Naranco, previa a la Vuelta Ciclista a Asturias, y cuando apenas faltaban 15 kilómetros para alcanzar la meta.

Alessio Galletti parecía cualquier cosa menos un ciclista. Era feo. Ojos pequeños y vivaces. Pedaleaba torcido, contrahecho. Intentaba alegrar su cara, siempre congestionada, mofletuda, con una perilla teñida de platino. Tenía 37 años, una heladería en Pisa y una mujer embarazada de su segundo hijo. Nunca había sido un gran ciclista, una profesión que adoptó tardíamente, a los 26 años. No aspiraba a nada. La mayor gloria que alcanzó fue que se le reconociera como compañero y amigo de Mario Cipollini, el sprinter más espectacular, el corredor más popular. No necesitaba el dinero que ganaba dando pedales. "Seguía siendo ciclista por pasión", intentaba explicar desde Italia su amigo Giovanni Lombardi, otro ciclista, que compartió algunos años en el mismo equipo. "Seguía en el ocio por amor al ciclismo", añadía desde Francia Filippo Simeoni, compañero de equipo este año en el Naturino Sapore de Mare. "Es un gran drama, una tragedia. Un hecho que podía haberse evitado, porque según nos han informado, la ambulancia que se detuvo para ayudarle no tenía desfibrilador. Y esto es un hecho muy grave, sobre todo tratándose de una carrera profesional".

"La UVI móvil llegó donde agonizaba Galletti unos 35 o 40 minutos después de que cayera"
Más información

Faltaban unos 15 kilómetros para el final de la carrera y Alessio Galletti, junto a una decena de corredores rezagados, marchaba en el último pelotón, a unos 20 minutos de los líderes. Comenzaba la ascensión a La Manzaneda, de primera categoría, el penúltimo puerto de la prueba. Hacía calor. "Alessio llevaba tiempo quejándose de dolores en el pecho, pero como era un bromista no le hicimos mucho caso", dice Mario de Sárraga, ciclista asturiano que corre en su equipo. "Pero de repente se paró y la siguiente vez que lo vi estaba tirado en la carretera. 'No puedo respirar, no puedo respirar', decía. El grupo que íbamos con él nos paramos e intentamos reanimarlo". Ninguno de los ciclistas era un experto en respiración cardiopulmonar, pero entre un motorista de la Guardia Civil de Tráfico y Javier Líndez, ciclista del FC Barcelona a quien su novia le daba instrucciones por el móvil, intentaron hacerle la respiración boca a boca y un masaje cardiaco. Su intento fue infructuoso. Como espectadores tenían a los técnicos de la ambulancia de cierre.

"Galletti iba en un grupo descolgado, un pelotoncito que seguramente se quedaría en Oviedo antes de empezar a subir El Naranco, y detrás de ellos iba una ambulancia no medicalizada, una ambulancia que técnicamente se llama de Soporte Vital Básico y que no precisa de personal médico", dice Santiago Zubizarreta, médico de la carrera. "Por delante de ellos marchaba una UVI móvil, dotada de todos los medios, incluido un desfibrilador. La carrera estaba muy extendida en esos momentos, habría unos ocho kilómetros entre los primeros y los últimos y, como todo el mundo sabe, ningún vehículo puede ir en dirección contraria a la marcha del pelotón, así que lo que hice fue pedir inmediatamente una UVI móvil al Hospital Central Universitario de Asturias, en Oviedo". Según el reglamento de la Unión Ciclista Internacional (UCI) es obligatorio en todas las carreras una UVI móvil, ambulancia medicalizada. "La UVI móvil llegó al lugar en el que agonizaba Galletti unos 35 o 40 minutos después de que éste cayera", dice Líndez, quien vivió la media hora más angustiosa de su vida. "Y cuando llegó estaba ya muerto".

En la UVI móvil, un vehículo ya inútil, Galletti fue transportado directamente a la morgue del hospital ovetense, donde hoy estaba previsto practicarle la autopsia. "Pero aún tuve que vivir un momento durísimo", dice el doctor Zubizarreta, quien en la Vuelta a Asturias de 2004 vivió otro momento de gran tensión cuando al ciclista Alberto Contador le sobrevino un aneurisma cuando descendía un puerto. "Y fue llamar a la madre del ciclista para darle la noticia. Quisimos decírselo cuanto antes para que no se enterara por la televisión. Sus gritos fueron desgarradores. Fue un drama".

Poco después, el equipo italiano anunció que no participaría en la Vuelta a Asturias, que comienza mañana. En Francia, Filippo Simeoni no sabe aún si la otra parte del equipo participará desde hoy en la Ruta del Sur. Y reflexiona.

"Ya sé que siempre que muere un ciclista de muerte natural en el ambiente flota la palabra dopaje", dice Simeoni, quien fue sancionado por dopaje hace años pero cuyo testimonio posterior, arrepentido, fue fundamental para la condena del médico italiano Michele Ferrari por prácticas prohibidas. "La primera idea que me ha venido a la cabeza es dejar el ciclismo, pero creo que no es justo en estos momentos hacer referencia al dopaje. Muchos deportistas mueren todos los años por problemas cardiacos".

"De todas maneras", termina el doctor Zubizarreta, "nunca sabremos si Galletti se habría salvado si hubiera habido un desfibrilador a mano".

Los compañeros de pelotón intentan reanimar a Galletti, que agoniza.JAVIER NATAL

Archivado En