Crítica:POP

Ortodoxia rockera de manual

El aragonés Enrique Bunbury ha conseguido llenar de nuevo durante dos días seguidos en Madrid, coincidiendo con la edición de su último disco y DVD, titulado Bunbury freak show. Ciertamente, la ortodoxia rockera de manual sigue presidiendo el modo de hacer de este francotirador al que en su aparición de anteayer se le fue el sonido en las primeras dos canciones, pero que supo atajar con franco desparpajo la protesta de un público que enseguida, sin demasiada paciencia, se manifestó ante el fallo de los altavoces.

Bunbury, con mano firme y con experiencia, fue conduciendo paso a p...

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El aragonés Enrique Bunbury ha conseguido llenar de nuevo durante dos días seguidos en Madrid, coincidiendo con la edición de su último disco y DVD, titulado Bunbury freak show. Ciertamente, la ortodoxia rockera de manual sigue presidiendo el modo de hacer de este francotirador al que en su aparición de anteayer se le fue el sonido en las primeras dos canciones, pero que supo atajar con franco desparpajo la protesta de un público que enseguida, sin demasiada paciencia, se manifestó ante el fallo de los altavoces.

Bunbury, con mano firme y con experiencia, fue conduciendo paso a paso un espectáculo que se ha rockizado considerablemente, perdiendo en baladas y tangos, pero ganando en canciones dinámicas, bailables y efectivas.

Bunbury

Enrique Bunbury (voz y guitarra), Rafa Domínguez (guitarra y coros), Del Moran (bajo), Copi (teclados), Ramón Macua (batería), Luis Miguel Romero (percusión), Ana Belén Stage (violín), Javier García Vega (trombón y guitarra acústica) y Javier Íñigo (trompeta). Paraninfo de la Universidad Complutense. Madrid, viernes 3 y sábado 4 de junio.

Juego de proyecciones

Más divertido y menos intenso que en otras ocasiones, el concierto -apoyado por un fascinante juego de proyecciones que enriquecían sobremanera la música- sirvió para que Enrique diera un extenso repaso a sus éxitos de siempre, dejando que la multitud llena de rendidos admiradores le acompañara a los coros y revelándose como el animal escénico que es, lleno de influencias de las que él no reniega y que revelan un gran eclecticismo, ya que van desde David Bowie a José Alfredo Jiménez.

Una vez más. Enrique Bunbury ha demostrado que reina en lo más alto del lugar que corresponde a los rockeros clásicos españoles, aquellos que no se dejan llevar por los excesos del metal, ni sucumben a los dulces cantos de sirena del pop para todos los públicos. Un lugar incómodo en España, porque significa estar en tierra de nadie, pero al que Bunbury saca el mejor de los partidos.

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