Columna

Respuesta a Llibert Tarragó

Estimado Llibert Tarragó, mi nombre es Ona Marco, y sí, soy hija de Enric Marco.

Con todo el respeto hacia su padre y hacia quienes sufrieron la barbarie nazi, y desde mi entendimiento por la gente que haya sido afectada y se haya sentido dolida, quiero expresar una opinión y un sentimiento que sin ninguna duda proviene del amor incondicional de una hija y de la desprovista inexperiencia y conocimiento de los 21 años que me caracterizan, aunque no creo que aquí la edad sea lo más importante, pues por encima de todo somos personas (tanto si tenemos 21 años como 57), y mi opinión puede se...

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Estimado Llibert Tarragó, mi nombre es Ona Marco, y sí, soy hija de Enric Marco.

Con todo el respeto hacia su padre y hacia quienes sufrieron la barbarie nazi, y desde mi entendimiento por la gente que haya sido afectada y se haya sentido dolida, quiero expresar una opinión y un sentimiento que sin ninguna duda proviene del amor incondicional de una hija y de la desprovista inexperiencia y conocimiento de los 21 años que me caracterizan, aunque no creo que aquí la edad sea lo más importante, pues por encima de todo somos personas (tanto si tenemos 21 años como 57), y mi opinión puede ser tan plausible como la de cualquiera.

En primer lugar quiero destacar que mi propósito al hablar en el programa de TV-3 no fue en ningún momento el de conmover o impresionar a nadie (no lo necesito), sólo quise exteriorizar mi opinión y hacer algunas aclaraciones que consideré pertinentes.

Desde mi punto de vista, no creo que la impostura de Enric Marco, como usted dice, esté en contra de la memoria de los deportados, pues creo que él ha hecho y conseguido mucho para su reconocimiento, y eso no me lo pueden negar. Aunque a juicio de algunos los medios no hayan sido los más sinceros o adecuados, el trabajo hecho no se puede obviar.

Sobre sus conferencias, nunca tertulias atronadoras, ha sabido despertar el interés tanto de niños como de jóvenes y adultos, siempre desde la biografía real del pasado y enfocada a la sociedad actual, para que el horror nazi no vuelva a perpetrarse, ni la humillación y anulación de las personas que comportó y de las que se sirvieron los nazis para acabar con ellos.

Si con todo ese montaje y parafernalia de los medios se ha querido acabar y lapidar a Enric Marco, yo les digo a todos aquellos que han colaborado, sin apuntar a nadie, que no lo han conseguido. Que deseo que haya Enric Marco para rato y para quien quiera escucharlo, y con él, su familia y sus amigos, y sin duda la lucha y resistencia que siempre le ha acompañado para terminar con el nazismo, el fascismo y cualquier ideología de ultraderecha.

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Aquí termina mi intervención en torno a este asunto, pues ni quiero que esto se convierta en un intercambio de cartas, ni quiero contribuir a alimentar la magnitud y el espectáculo que se ha querido desarrollar con todo esto.

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