Necrológica:

La fábrica de soñadores pierde un operario

Con la elegancia de un competidor de coches antiguos, sobrio y amable, y con una pipa que le investía de un estilo tan pausado como confidencial, Tino Gatagán bosquejaba su gentil presencia. Debí frecuentarle, pero la vida escasamente me permitió su amistosa cercanía entre colegas. La mesa de dibujo ordena no alejarnos demasiado de ella.

Como centenares de ilustradores, fue otro proletario aislado del mundo de la edición, fiel acompañante del narrador, del docente, del periodista. Si bien en sus modales era parsimonioso, dibujaba nervioso o pintaba con pinceladas inquietas, como no conf...

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Con la elegancia de un competidor de coches antiguos, sobrio y amable, y con una pipa que le investía de un estilo tan pausado como confidencial, Tino Gatagán bosquejaba su gentil presencia. Debí frecuentarle, pero la vida escasamente me permitió su amistosa cercanía entre colegas. La mesa de dibujo ordena no alejarnos demasiado de ella.

Como centenares de ilustradores, fue otro proletario aislado del mundo de la edición, fiel acompañante del narrador, del docente, del periodista. Si bien en sus modales era parsimonioso, dibujaba nervioso o pintaba con pinceladas inquietas, como no conforme con la descripción obediente a lo representado; sus trazos eludían la precisión fotográfica de los personajes y, a la vez, volvían a ceñirse a ellos, responsables del acontecimiento dictado. Más dispuesto a emocionarse que a emocionar, solía destacar, enfático, la huella de nombres, de geometrías, de señales...

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Entre aventuras encumbradas, este pacífico pirata de su imaginación ha abandonado su botín en nuestras manos, en nuestras librerías, editoriales y bibliotecas. Con su oficio de soñador solitario miles de cartones debieron elaborarse en su tablero de dibujante, en su memoria hoy cabe reverenciarle junto a esa módica fabrica.-

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