OPINIÓN DEL LECTOR

Un mal recuerdo

El pasado domingo 24 de abril visitamos Málaga, y mi marido y yo decidimos ir a comer al restaurante La Casa del Ángel. Mi marido lleva muletas, consecuencia de una lesión de peroné, y al llegar al restaurante pedimos una mesa discreta para que pudiese apoyar la pierna en una silla sin molestar a nadie. Una vez instalados apareció Ángel Garó, el propietario, que dijo a mi marido que quitase la pierna de la silla inmediatamente. Le explicamos la situación y, ante nuestra sorpresa, nos insultó repetidas veces y a gritos exigió que saliésemos del local, amenazándonos con llamar a la policía.
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El pasado domingo 24 de abril visitamos Málaga, y mi marido y yo decidimos ir a comer al restaurante La Casa del Ángel. Mi marido lleva muletas, consecuencia de una lesión de peroné, y al llegar al restaurante pedimos una mesa discreta para que pudiese apoyar la pierna en una silla sin molestar a nadie. Una vez instalados apareció Ángel Garó, el propietario, que dijo a mi marido que quitase la pierna de la silla inmediatamente. Le explicamos la situación y, ante nuestra sorpresa, nos insultó repetidas veces y a gritos exigió que saliésemos del local, amenazándonos con llamar a la policía.

En ningún momento respondimos a sus insultos y solicitamos el libro de reclamaciones, lo que el señor Garó consideró una falta de respeto. Finalmente nos dieron el libro de reclamaciones y nos marchamos. Sinceramente, comportamientos como éste, con una persona que está incapacitada, pueden hacer que el recuerdo de Málaga sea una mala experiencia. Menos mal que el señor Garó y su restaurante no son representativos de la hospitalidad y trato que se da en Málaga a una persona discapacitada. Hay otros restaurantes de calidad y atento servicio donde, precisamente por nuestras circunstancias, nos atendieron con suma amabilidad y corrección.

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