OPINIÓN DEL LECTOR

Los perros de guerra

Durante el pleno de Diputación en el que se decidió crear una comisión de investigación sobre la Agencia de Comunicación Local, me acordé de aquel famoso y criticado vídeo en el que aparecían unos perros que identificaban la postura de algunos miembros del PP en la política. Mientras los ladridos y dentelladas han ido en la misma dirección, desde el PP han estado manteniendo que eso era una exageración del señor Guerra, al que dedicaban epítetos nada deseables para nadie. Pero en la Diputación de Almería y por las circunstancias que el propio PP ha provocado, hemos podido observar el espectácu...

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Durante el pleno de Diputación en el que se decidió crear una comisión de investigación sobre la Agencia de Comunicación Local, me acordé de aquel famoso y criticado vídeo en el que aparecían unos perros que identificaban la postura de algunos miembros del PP en la política. Mientras los ladridos y dentelladas han ido en la misma dirección, desde el PP han estado manteniendo que eso era una exageración del señor Guerra, al que dedicaban epítetos nada deseables para nadie. Pero en la Diputación de Almería y por las circunstancias que el propio PP ha provocado, hemos podido observar el espectáculo del enfrentamiento entre dos de estas criaturas y no resulta nada gratificante.

Aunque sus progenitores tengan alguna culpa -como educadores-, la realidad es que no se puede permitir que se aluda a ellos de la forma más soez y barriobajera que se puedan imaginar y no es que nos asusten, a estas alturas ciertos insultos, no, lo que sí ha de asustarnos es cerciorarnos del tipo de personas que pueden pastar a sus anchas en las instituciones democráticas y de las consecuencias de ello. No es el único ejemplo que desde este partido se nos ofrece sobre una filosofía política basada en atributos masculinos, todos recordamos que recientemente un grupo de militantes del PP, no conformes con lo que pudiera salir de las urnas en una votación interna, secuestraron dicha urna en medio de un espectáculo nada gratificante. Lo peor del asunto es que los ciudadanos somos quienes al final pagamos los trastos rotos y, a la vista de los acontecimientos, nos va a salir caro el asunto, pues se pueden romper muchos trastos en esos denigrantes espectáculos. Sólo nos queda a los ciudadanos, como electores que somos, exigir a los partidos que no debe haber doberman en ninguna lista ni institución, sino personas capaces y más aún de representarse, pues es condición indispensable para que sepan representarnos y por lo tanto merecedores de nuestra confianza.

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