Crítica:FLAMENCO

La cal y la arena

No sé, pero tengo la impresión de que fue una noche rara la que inauguró esta cumbre flamenca murciana. Miguel Poveda, por primera vez -al menos que yo lo haya visto-, truncó su recital para dar paso al baile de Pedro de Córdoba, que no es ninguna maravilla. Después Poveda retomó su cante, por tonás, y aunque las hizo con grandeza no estuvo a la altura de él mismo, a la que nos tiene acostumbrados.

Es lo malo de fragmentar el propio cante, que no se acaba de fraguar unidad ni concentración idóneas. Aun así, Poveda cantó bien, con gusto, brillando frecuentemente en estilos como las alegr...

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No sé, pero tengo la impresión de que fue una noche rara la que inauguró esta cumbre flamenca murciana. Miguel Poveda, por primera vez -al menos que yo lo haya visto-, truncó su recital para dar paso al baile de Pedro de Córdoba, que no es ninguna maravilla. Después Poveda retomó su cante, por tonás, y aunque las hizo con grandeza no estuvo a la altura de él mismo, a la que nos tiene acostumbrados.

Es lo malo de fragmentar el propio cante, que no se acaba de fraguar unidad ni concentración idóneas. Aun así, Poveda cantó bien, con gusto, brillando frecuentemente en estilos como las alegrías, las malagueñas o las bulerías. O esas coplas de Quintero, León y Quiroga que hace como nadie, con personalidad superlativa.

XII Cumbre Flamenca

Cante: Miguel Poveda, Guillermo Cano. Toque: Chicuelo, Manuel Silveria. Baile: Pedro de Córdoba. Teatro Romea. Murcia, 8 de abril.

Por delante había cantado Guillermo Cano, un joven de Huelva con ambiciones, aunque esta noche se mostró un tanto irregular, haciendo cantes excesivamente largos y, a veces, monocordes. Donde mejor estuvo fue en los cantes de su tierra. Noche de cal y de arena.

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