Editorial:

De promesa a pesadilla

Zimbabue, la antigua Rodesia, fue en su día la gran promesa de que al menos un país africano iba a tener una descolonización pacífica y eficiente y habría de convertirse en un Estado democrático de bienestar que actuara como ejemplo. Aquel sueño de prosperidad y libertad africanas quedó hace tiempo hecho añicos y precisamente por culpa de quien lo había encarnado, Robert Mugabe. Comparado en su momento con Nelson Mandela, el presidente Mugabe está hoy mucho más cerca de Bokassa o Idi Amín y ha sumido a su nación en una profunda miseria con un 70% de desempleo, sus fértiles campos convertidos e...

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Zimbabue, la antigua Rodesia, fue en su día la gran promesa de que al menos un país africano iba a tener una descolonización pacífica y eficiente y habría de convertirse en un Estado democrático de bienestar que actuara como ejemplo. Aquel sueño de prosperidad y libertad africanas quedó hace tiempo hecho añicos y precisamente por culpa de quien lo había encarnado, Robert Mugabe. Comparado en su momento con Nelson Mandela, el presidente Mugabe está hoy mucho más cerca de Bokassa o Idi Amín y ha sumido a su nación en una profunda miseria con un 70% de desempleo, sus fértiles campos convertidos en páramos y con la supervivencia de la mayoría de la población dependiente de la ayuda internacional.

En las elecciones zimbabuenses celebradas el jueves el partido del dictador, el ZANU-PF, que gobierna desde la independencia en 1980, ha logrado una cómoda victoria lo que, dadas las condiciones en las que se han realizado, no supone una sorpresa. La oposición calificó ayer de fraudulentos los comicios, al igual que el Reino Unido, la antigua metrópoli. A la espera de resultados definitivos, Mugabe parecía próximo a asegurarse los dos tercios del Parlamento -en el que 30 diputados de los 150 son de designación directa del dictador- necesarios para cambiar la Constitución, oficializar la dictadura y elevar aun más la represión contra la oposición y la pequeña minoría blanca campesina y empresarial que durante los años de esperanzas democráticas fue uno de los pilares de este país otrora rico para baremos africanos. Pero Mugabe ha logrado hundir a Zimbabue entre los países más tristes, pobres y menos libres de África.

Sin presencia de observadores internacionales, con la prensa opositora maniatada y las bandas del ZANU-PF intimidando con toda impunidad, la votación ha sido una farsa, condenada por la comunidad internacional, y que puede provocar una ola de protestas poco pacíficas de la engañada oposición.

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