Reportaje:

Correr para dejar atrás el 11-M

El deporte ayuda al capitán Villamarín a superar las secuelas del atentado

"Cuando corro, me olvido de todo lo demás, porque el deporte te ayuda a soportar el dolor", explica Gonzalo Villamarín Barredo, capitán del Ejército de Tierra, de 47 años, herido de gravedad el 11-M, mientras sonríe satisfecho en la meta de la carrera 100 Kilómetros Pedestres Villa de Madrid, celebrada ayer. La prueba fue ganada por el polaco Jaroslaw Janicki, que invirtió 6 horas, 35 minutos y 10 segundos. El ruso Alexandr Boltachev se alzó con la victoria en los 50 kilómetros.

Villamarín, que logró correr 10 kilómetros, ha hallado en el deporte la forma de superar, día a día, las secu...

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"Cuando corro, me olvido de todo lo demás, porque el deporte te ayuda a soportar el dolor", explica Gonzalo Villamarín Barredo, capitán del Ejército de Tierra, de 47 años, herido de gravedad el 11-M, mientras sonríe satisfecho en la meta de la carrera 100 Kilómetros Pedestres Villa de Madrid, celebrada ayer. La prueba fue ganada por el polaco Jaroslaw Janicki, que invirtió 6 horas, 35 minutos y 10 segundos. El ruso Alexandr Boltachev se alzó con la victoria en los 50 kilómetros.

Villamarín, que logró correr 10 kilómetros, ha hallado en el deporte la forma de superar, día a día, las secuelas psicológicas que arrastra desde el atentado. Aún sigue en tratamiento psiquiátrico, y su participación en esta carrera es todo un triunfo. Cuando abandonó el hospital, tras permanecer ingresado un mes por las heridas causadas por la explosión en el tren que había tomado en Atocha, precisaba ayuda para caminar.

El militar logró correr ayer 10 kilómetros en una carrera para superfondistas celebrada en Madrid

"En ese momento no me imaginaba que poco a poco iba a poder continuar con mi gran afición. Pero gracias a mi familia y a mis amigos he vuelto a entrenar y a correr. Al principio, mi mujer, Conchi, casi me ponía las zapatillas deportivas a la fuerza". Villamarín tiene dos hijos, de 22 y 20 años, que también le ayudan mucho, "aunque ellos no son deportistas".

Entrenar ha sido duro, porque las secuelas físicas del atentado siguen ahí un año después. Tiene las piernas quemadas, con heridas de metralla, las plantas de los pies dormidas, y fuertes dolores en la espalda. La explosión le provocó una sordera total en el oído izquierdo, y en el derecho sólo le queda un 50% de audición.

A pesar de las heridas, Villamarín afronta su situación con el ánimo muy alto, y dice: "Hay que acostumbrarse a ellas". Y encontrar trucos. Por ejemplo, para no perder el equilibrio ha aprendido a correr con la cabeza rígida: "Si miro hacia los lados me mareo", explica. Otro de los problemas al correr es la dificultad para mantener la respiración, ya que la explosión le afectó a los pulmones.

Este oficial del Ejército siempre ha practicado mucho deporte, sobre todo carreras de fondo, ultrafondo y orientación. Después del atentado dio los primeros pasos con su familia y sus amigos. "Me sacaban a pasear al parque que hay al lado de mi casa", recuerda.

Luego, más recuperado, empezó a entrenar. Al principio sólo cinco minutos. De ahí, zancada a zancada, ha llegado a los 45 actuales. "Estoy muy satisfecho. Recomiendo a los afectados que lo intenten. Que practiquen cualquier deporte, da igual el que sea: correr, nadar... El deporte te da espíritu de sacrificio. Entrenas con sol, nieve y lluvia y eso te hace ser más fuerte".

La prueba de ayer tenía un significado especial para él. Villamarín iba a participar en ella el año pasado. El atentado se lo impidió, ya que la competición se celebró apenas unos días después del 11-M. "El organizador de la prueba me enseñó un vídeo de la carrera un mes y medio después de salir del hospital, y le prometí que este año estaría con él en la salida", explica. En ese momento a Villamarín le parecía imposible que pudiera hacer algo más que acompañarle. "Pero ya ves", dice con ojos risueños, "hasta he podido dar una vuelta. Y el año que viene me atreveré con 50 kilómetros".

Las imágenes del día del atentado siguen latentes en su mente. "Después de un año me cuesta dormir. Pero hay que aprender a vivir con los recuerdos". Villamarín sigue de baja y espera que un tribunal médico le examine y decida si puede reincorporarse a su trabajo.

Gonzalo Villamarín Barredo, en la meta de la carrera celebrada ayer en Madrid.ULY MARTÍN

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