Reportaje:

Las obras recién llegadas

El Museo de Bellas Artes ha destinado más de 3.600.000 euros a la compra de piezas en poco más de tres años

Dos retratos pintados por Federico de Madrazo (Roma, 1815-Madrid, 1894) y su hijo Raimundo (1841-1920), artistas destacados de la pintura decimonónica española, han sido las últimas adquisiciones del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Como la compra anterior, el paisaje Vista general de Toledo desde la Cruz de los Canónigos, de Genaro Pérez Villaamil (El Ferrol, 1807-Madrid, 1854), el gran paisajista del Romanticismo, los recién llegados enriquecen la colección de la pinacoteca de pintura del XIX. Con estas compras el museo ya ha empleado en la adquisición de medio centenar de piezas más ...

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Dos retratos pintados por Federico de Madrazo (Roma, 1815-Madrid, 1894) y su hijo Raimundo (1841-1920), artistas destacados de la pintura decimonónica española, han sido las últimas adquisiciones del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Como la compra anterior, el paisaje Vista general de Toledo desde la Cruz de los Canónigos, de Genaro Pérez Villaamil (El Ferrol, 1807-Madrid, 1854), el gran paisajista del Romanticismo, los recién llegados enriquecen la colección de la pinacoteca de pintura del XIX. Con estas compras el museo ya ha empleado en la adquisición de medio centenar de piezas más de 3.600.000 euros del fondo de seis millones, creado en 2001 tras su reforma, con un crédito a diez años financiado por el BBVA.

"Buscamos piezas sugestivas, obras singulares que sigan la línea histórica", dice Javier Viar

En mayo de 2002, las primeras adquisiciones realizadas con el fondo se centraron en el arte contemporáneo vasco, con piezas de artistas como Ángel Bados (Olazagutia, 1945), Pello Irazu (Andoain, 1963) y Darío Urzay (Bibao, 1958). A la lista de 10 creadores vascos, fundamentalmente escultores que comenzaron a despuntar en los 80, se sumó Des potirons (1998), la primera obra de Miquel Barceló en la colección.

El arte vasco del siglo XX ha sido protagonista en las compras. Pinturas de Amable Arias (Bembibre, 1927-San Sebastián, 1984), Mari Puri Herrero (Bilbao, 1942), Alfonso Gortazar (Bilbao, 1955), Vicente Ameztoy (San Sebastián, 1946-2001) y sendas esculturas de Jorge Oteiza (Orio, 1908-San Sebastián, 2003) - Figuras, una pieza figurativa de cemento- y Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) -Hierros de temblor II, de 1956- son parte de las incorporaciones.

Las compras también han llevado a la pinacoteca obras creadas fuera del círculo vasco, en un abanico que va de las vanguardias al pop británico. El Bellas Artes ha comprado Corrida de toros (1940), un lienzo de la etapa picassiana de Luis Fernández (Oviedo, 1900-París, 1973); el grupo escultórico War Memorial (1974-1977), de John Davies (Chesire, 1946); The Hispanist (Nissa Torrents), (1977-1978) de R.B. Kitaj (Ohio, 1932); Montgomery Clift was a Twin (1981-1983), de Peter Blake (Dartford, 1932); Cabeza de mujer (1987) , de Markus Lüpertz, y Figura sentada (1915), de Jacques Lipchitz (Druskieniki, Lituania, 1891-Capri, 1973).

El director del museo, Javier Viar, prevé que el ritmo de adquisiciones se va a ralentizar. "Se ha tratado de optimizar el dinero disponible, comprando en los primeros años de existencia del fondo", explica. Viar destaca que las compras han arrastrado un buen número de donaciones que han permitido la expansión de la colección. Una cabeza del escultor John Davies ha sido la última incorporación procedente de la donación de un artista, que se suman a otros regalos de creadores vascos como Txomin Badiola, Mari Puri Herrero o los herederos de Gabriel Ramos Uranga y Rafael Ruiz Balerdi. Viar calcula que el valor de las donaciones recibidas en los tres últimos años ha superado los tres millones de euros.

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El fondo destinado ha adquisiciones aún cuenta con más de dos millones. Al término de la vigencia del crédito, en 2011, las instituciones deberán devolver al banco los seis millones prestados, pero se habrán ahorrado los intereses, que han corrido a cargo del BBVA, miembro del patronato del museo.

Los retratos de los Madrazo apuntan al período histórico al que se dirige ahora el interés de la pinacoteca, pues el arte antiguo ni siquiera se considera por su altísima cotización. "Afianzar la colección del XIX con piezas que suplan nuestras carencias todavía entra en nuestras posibilidades", dice Viar. "Buscamos piezas sugestivas, obras singulares que sigan la línea histórica del museo, que cuenta con obras insólitas dentro de las colecciones españolas".