Análisis:

La exuberancia de los enigmas

Durante los dos años últimos, los fondos mixtos de renta fija han acumulado una rentabilidad media del 11%. Sin embargo, recientemente han venido sufriendo diversos embates en los dos frentes principales en los que invierten, la renta fija y la renta variable, forzando a los partícipes a enfrentarse con el dilema de si ha llegado el momento en el que el precio de los dos tipos de activos va a comenzar a caer. La cuestión se plantea de manera más acuciante en los mercados de renta fija, que es precisamente donde estos fondos realizan la mayor parte de sus inversiones. Y es que desde hace ocho m...

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Durante los dos años últimos, los fondos mixtos de renta fija han acumulado una rentabilidad media del 11%. Sin embargo, recientemente han venido sufriendo diversos embates en los dos frentes principales en los que invierten, la renta fija y la renta variable, forzando a los partícipes a enfrentarse con el dilema de si ha llegado el momento en el que el precio de los dos tipos de activos va a comenzar a caer. La cuestión se plantea de manera más acuciante en los mercados de renta fija, que es precisamente donde estos fondos realizan la mayor parte de sus inversiones. Y es que desde hace ocho meses, y hasta mediados de este mes, la subida del precio de los bonos se ha mantenido imparable y muy difícil de explicar.

Primero fue la gran sorpresa de comprobar cómo los tipos de interés de largo plazo bajaban en un año en el que la Reserva Federal acababa de empezar a subir los tipos de interés de corto plazo. Después, la escasa creación de empleo en EE UU, que hacía pensar en una desaceleración de su economía, parecía prestar base explicativa suficiente a que la rentabilidad de bonos y obligaciones estuviera descendiendo. Más tarde se echó mano de las grandes inversiones que estaban realizando los bancos centrales en general, y los del Lejano Oriente en particular, en deuda pública norteamericana. Pero como el fenómeno afectaba también a la deuda pública de los países de la Unión Europea e, incluso, parecía que los precios de ésta subían al paso que lo hacía la cotización del euro frente al dólar, no tardó en asociarse el fenómeno con la diversificación que los bancos centrales de Asia-Pacífico estaban realizando con sus reservas de divisas, acumulando más euros y menos dólares. Finalmente, y ya comenzado 2005, la explicación pasó a ser la fuerte necesidad que tenían los fondos de pensiones de realizar inversiones en plazos largos, emparejando así el vencimiento de sus inversiones con los compromisos futuros.

Y en esto llegó el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, diciendo lo que todo el mundo sospechaba y no se atrevía a decir: que la razón de esa subida en el precio de la renta fija era un "enigma", palabra ante la que los mercados tuvieron una fuerte reacción vendedora que ha provocado en los fondos de renta fija en euros unas pérdidas del 0,70% en tan sólo 12 días (los mixtos de renta fija, entretanto, han limitado las pérdidas al 0,20%, ganando aún en el año 2005 un 0,95%).

Las palabras de quien dirige la política monetaria en EE UU tienen a veces estos efectos: es sobradamente conocida la sensación que provocó en diciembre de 1996 al calificar la subida de las bolsas de "exuberancia irracional". Entonces, los mercados de renta variable reaccionaron perdiendo un 3%, reanudando a continuación su marcha ascendente por tres años más. ¿Será lo mismo esta vez? Es demasiado pronto para saber si esta reacción supone un cambio de tendencia que llevaría los tipos de largo plazo mucho más arriba, sobre todo cuando en los dos años últimos ya se han producido dos falsas alarmas de este tipo.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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