OPINIÓN DEL LECTOR

¿Qué pasa en la línea 6?

La dirección de Metro y el Gobierno de la Comunidad saben lo que está pasando en la línea 6. Saben que las condiciones del servicio y el estado de las instalaciones y los trenes están causando muchas incidencias y molestias graves que padecemos los trabajadores que usamos este medio de transporte.

Desde el sindicato Solidaridad Obrera consideramos que están provocando riesgos a los trabajadores y los viajeros por la multitud de averías (especialmente la megafonía) y detenciones de trenes; las interrupciones o suspensiones del servicio en distintos tramos; las aglomeraciones en los anden...

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La dirección de Metro y el Gobierno de la Comunidad saben lo que está pasando en la línea 6. Saben que las condiciones del servicio y el estado de las instalaciones y los trenes están causando muchas incidencias y molestias graves que padecemos los trabajadores que usamos este medio de transporte.

Desde el sindicato Solidaridad Obrera consideramos que están provocando riesgos a los trabajadores y los viajeros por la multitud de averías (especialmente la megafonía) y detenciones de trenes; las interrupciones o suspensiones del servicio en distintos tramos; las aglomeraciones en los andenes y los trenes; la falta de personal y de medios técnicos para afrontar las situaciones, o el uso impertinente de los disponibles; el mantenimiento de los trenes y de determinadas instalaciones de las estaciones; la inoportuna decisión de hacer circular a la vez diferentes tipos de trenes.

No presentamos la situación de manera calamitosa o alarmista. Todo lo contrario. La alarma es animada por dichos responsables empresariales y políticos, al no aclarar ante la opinión pública, los viajeros y los trabajadores qué es lo que está sucediendo y, por supuesto, asumiendo su responsabilidad.

Lo que está sucediendo en la línea 6, con enormes consecuencias en el resto de la red, es el caso ejemplar de cómo la Comunidad y la empresa son capaces de empeorar este servicio público. Es el síntoma principal de ese proceso de deterioro general del metro, que convive con dispendio en publicidad, inversiones despilfarradoras, precios abusivos de los títulos de transporte, subcontratación, privilegiar unas líneas sobre otras, diseñar y construir un modelo de transporte público que se encuentra al borde del colapso y, quizá, preludio de accidentes graves en las estaciones y los trenes (las aglomeraciones son muy peligrosas: riesgo de caídas a las vías o por las escaleras mecánicas).

Los trabajadores del metro no podemos hacer más, ni tenemos medios, y la empresa tampoco atiende nuestras reclamaciones sobre lo que sucede.

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