Columna

Legión

Extranjera. Desde los romanos, es la forma como calificamos a las tropas mercenarias que dan en alistarse en ejércitos de otros países. Nuestros contingentes de inmigrantes apenas han rozado la milicia, aunque fuera una de las tentaciones que durante el aznarato más se les propuso. Pero recogen naranjas, cuidan familias y ponen ladrillos en lo alto (se nota principalmente porque han empezado a caer).

Mucho antes de la tragedia del barco SiempreCasina, con varios extranjeros ahogados, ya era evidente que los accidentes laborales empiezan a cebarse en quienes no habían venido a dar...

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Extranjera. Desde los romanos, es la forma como calificamos a las tropas mercenarias que dan en alistarse en ejércitos de otros países. Nuestros contingentes de inmigrantes apenas han rozado la milicia, aunque fuera una de las tentaciones que durante el aznarato más se les propuso. Pero recogen naranjas, cuidan familias y ponen ladrillos en lo alto (se nota principalmente porque han empezado a caer).

Mucho antes de la tragedia del barco SiempreCasina, con varios extranjeros ahogados, ya era evidente que los accidentes laborales empiezan a cebarse en quienes no habían venido a dar su vida por Dios, ni por la Patria, ni por el Rey, sino más bien a dedicarla a ganarse ese aquí modesto salario que allá, en casa, parece un tesoro.

Es un clásico que a los más necesitados se les adjudiquen las tareas más penosas e inseguras: Edgar Ruiz Mosquera, ecuatoriano de 45 años, casado y con dos hijos, trabajador de subcontrata, quedó sepultado por los escombros del Metro de Madrid en una obra anteriormente denunciada como deficiente. El boliviano Carlos Romero, un joven inexperto de 20 años, contratado sin papeles, cayó desde ocho metros en Granada y los empresarios primero huyeron sin auxiliarle y luego negaron conocerle (su gestor retenía los pasaportes de varios empleados extranjeros). Poco después amenazaron a su hermano para que callara.

Las mismas gentes que constituyen esa "terrible amenaza" que tiene en vilo al portavoz municipal del PP en Alicante Pedro Romero, andan ahora de certificados y pólizas. Ojalá nunca llegue el día en que la racanería patronal o la frialdad de la burocracia dejen a legiones de ellas y ellos, injustamente, en la estacada (se debería haber pensado en quienes no se empadronaron pensando que en la "clandestinidad" evitaban la expulsión). Si tantos empleadores piden al gobierno que no se cierre el plazo de las posibles contrataciones, por algo será. ¿O vamos a condenar a quienes no "entren" ahora, otra vez al limbo de la inexistencia oficial hasta que en la vida real revienten en atentado, rescaten a alguien en un incendio o se estrellen desde un andamio?

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