LA CRISIS DEL CARMEL

Fiesta rumbera en el hotel

"No todo van a ser penas". Con este letrero colgado en la recepción del hotel Suite de Barcelona se invitaba ayer a los vecinos desalojados del Carmel a sumarse a lo que acabó siendo una fiesta rumbera de primera división. El centenar de vecinos instalados en este hotel desde que fueron desalojados de sus casas asistieron con no poco entusiasmo al concierto del grupo de rumba Alborada, integrado por cinco vecinos del barrio entre los que se encuentra Juan Selfa, vocalista y huésped involuntario de este hotel.

"Montar la fiesta salió por iniciativa del propio grupo después de quedarnos s...

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"No todo van a ser penas". Con este letrero colgado en la recepción del hotel Suite de Barcelona se invitaba ayer a los vecinos desalojados del Carmel a sumarse a lo que acabó siendo una fiesta rumbera de primera división. El centenar de vecinos instalados en este hotel desde que fueron desalojados de sus casas asistieron con no poco entusiasmo al concierto del grupo de rumba Alborada, integrado por cinco vecinos del barrio entre los que se encuentra Juan Selfa, vocalista y huésped involuntario de este hotel.

"Montar la fiesta salió por iniciativa del propio grupo después de quedarnos sin entradas para el partido del Barça", explicaba antes de comenzar un Juan Selfa que nunca había actuado en un lugar similar. El salón de reuniones del hotel se fue llenando paulatinamente con los vecinos que, por el motivo que fuera, descartaron acudir a la manifestación que, a la misma hora, cortaba la ronda de Dalt de Barcelona. Esta coincidencia de horarios preocupaba un poco a los integrantes del grupo, pero dijeron: "No pasa nada porque pasemos una tarde agradable después de un mes de calvario".

Efectivamente, no pasó nada. Aunque los ánimos, tras un mes fuera de casa y sin claras perspectivas de regreso, no eran los más apropiados para tal fin, la fiesta se desarrolló en un clima cordial y de gran camaradería. Al entrar en el hotel, cualquiera puede observar que las relaciones entre los vecinos se han ido estrechando en un particular sentimiento de estar juntos en algo importante. Desde la recepción hasta el bar del hotel todo son corrillos y tertulias de vecinos con el regreso a sus casas como única temática.

María Rosa López, vecina alojada en el hotel junto a su marido y una hija, recordaba que la de ayer no era la primera fiesta: "Ya hemos festejado más de un cumpleaños de los niños, aquí la vida sigue". Y quizá para preservar la unidad y el buen ambiente reinante, los rumberos destacaron bien el estribillo de la canción que abrió el concierto: No nos separemos.

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