El efecto 'Sideways'

Cuando en Estados Unidos se abre la temporada de los oscars, la colisión entre ficción y realidad puede provocar efectos sorprendentes. Este año, la película Sideways ha protagonizado uno de esos fenómenos inequívocamente estadounidenses que ayudan a transformar un filme en objeto de culto. La película de Alexander Payne, nominada a cinco oscars, está alimentando las ganas de beber y de viajar.

La comedia, que narra el periplo vital y enológico a través de California de dos cuarentones en crisis y amantes del buen vino, ha disparado las ventas de Pinot Noir, el favo...

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Cuando en Estados Unidos se abre la temporada de los oscars, la colisión entre ficción y realidad puede provocar efectos sorprendentes. Este año, la película Sideways ha protagonizado uno de esos fenómenos inequívocamente estadounidenses que ayudan a transformar un filme en objeto de culto. La película de Alexander Payne, nominada a cinco oscars, está alimentando las ganas de beber y de viajar.

La comedia, que narra el periplo vital y enológico a través de California de dos cuarentones en crisis y amantes del buen vino, ha disparado las ventas de Pinot Noir, el favorito de Miles, el protagonista. "Su sabor es el más inolvidable, espectacular, sutil, apasionante y antiguo del planeta", dice en una de las escenas el actor Paul Giamatti. Y los espectadores han querido corroborarlo. Según las estadísticas, las ventas se han incrementado en los últimos tres meses en un 16% a escala nacional y en un 33% en California. "Es dífícil cuantificar el impacto de la película, pero parece más que una coincidencia que las ventas hayan subido tanto", aseguraba el lunes Danny Brager, vicepresidente de ACNielsen Beverage Alcohol Team. Pero además, el área de Santa Ynez Valley (California), donde se produce la cepa burgundy, madre

de este vino de origen francés, se ha convertido en uno de los destinos turísticos más solicitados, y los lugares que aparecen en el filme están sufriendo la invasión de fans que van a recrear escenas del guión. "Si alguien pide Merlot, me voy", dicen, como en la película, los visitantes de la bodega Kalyra Winery "cada vez que servimos Merlot", según dijo su dueño a The Wall Street Journal.

Pero la sobredosis de alcohol no ha tardado en llegar y Sideways ya ha entrado en la categoría de polémica al ser acusada de alabar el alcoholismo. Diversos psicólogos denunciaban el domingo en The New York Times que, arropados en la supuesta sofisticación que da el beber vino, sus pacientes tienen comportamientos muy similares a los de Miles, como robar dinero o conducir borrachos. En cambio, la mayoría de los amantes del preciado líquido niegan en foros abiertos de Internet (www.wineloverspage.com) que Miles sea alcohólico, definición completamente ajena a la que han hecho de él los críticos de cine como Kenneth Turan, del LA Times, que lo define como un "ser angustiado".

Pero al variopinto efecto Sideways se opone el extremismo del efecto La Pasión. La exclusión del filme de Mel Gibson de las principales categorías de los oscars ha provocado que sus fans convoquen a un peculiar boicot de la ceremonia el próximo domingo. En la web creada para promover su candidatura (passionforfairness.com), los cruzados de Mel Gibson invitan a los estadounidenses a alquilar La Pasión y no ver la gala. "Es una forma de protesta apropiada, tranquila, humilde y, sin embargo, cargada de significado contra la beligerancia que Hollywood muestra hacia Mel Gibson, su poderosa película y los cristianos que la aman", se asegura en una web cuyos creadores no se identifican abiertamente.

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