Tribuna:

Carmel, microgestión y calidez

La crisis del Carmel centra desde hace semanas todos nuestros esfuerzos. Hemos tenido que afrontar una situación compleja que se ha visto agravada por la incertidumbre y la desconfianza que desataron las dudas sobre aspectos técnicos. La pérdida de credibilidad en este ámbito, para una sociedad acostumbrada a percibirlo como inapelable, resulta preocupante. La desconfianza, unida a la lógica angustia de los vecinos y vecinas afectados, se ha trasladado también a la Administración, a quien nos corresponde garantizar una enorme claridad en las explicaciones si aspiramos a recuperar -en un tiempo...

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La crisis del Carmel centra desde hace semanas todos nuestros esfuerzos. Hemos tenido que afrontar una situación compleja que se ha visto agravada por la incertidumbre y la desconfianza que desataron las dudas sobre aspectos técnicos. La pérdida de credibilidad en este ámbito, para una sociedad acostumbrada a percibirlo como inapelable, resulta preocupante. La desconfianza, unida a la lógica angustia de los vecinos y vecinas afectados, se ha trasladado también a la Administración, a quien nos corresponde garantizar una enorme claridad en las explicaciones si aspiramos a recuperar -en un tiempo que no podemos esperar inmediato- nuestro crédito.

Sólo una respuesta contundente y comprensible para todos nos permitirá superar esta situación. Lo sabe el consejero Nadal. Él debe ser el primer interesado en garantizar una transparencia máxima sobre lo sucedido. Y es con esta convicción, y desde el respeto político que me merece, que en su momento asumimos el margen de tiempo que reclamaba, confiando en que sus explicaciones han de permitir llegar hasta el fondo. Es imprescindible hacerlo, por la vía que haga falta, incluso con una comisión de investigación que aborde tanto la vertiente política como la responsabilidad técnica, especialmente ante las dudas, hoy en boca de todos, que suscita la gestión de GISA durante el mandato del anterior gobierno catalán. La asunción demasiado acrítica de un determinado modelo político y de gestión en el ámbito de la política territorial puede llevar al consejero Nadal a convertirse en víctima de la continuidad institucional que tanto ha defendido, a pesar de que, en este caso, haya supuesto la permanencia de un modelo aquejado de una excesiva delegación de la responsabilidad de la obra en una cadena de subcontrataciones.

Pero las explicaciones y el esclarecimiento de las responsabilidades no pueden colmar por sí solas las necesidades de los vecinos y vecinas. Ellos son lo importante ahora. Más que en los aludes de cifras grandilocuentes, debemos centrarnos en la microgestión de sus demandas: hay que resolver las grietas en los pisos, tramitar con agilidad el realojo de los afectados, dar respuesta a todas y cada una de las peticiones mediante una gestión próxima, eficiente y cálida, que suscite confianza.

De nuevo, más no es mejor. Los planes de rehabilitación del barrio son muy importantes, pero planteados de forma apresurada o en un momento inadecuado pueden contribuir a acrecentar el malestar de unos ciudadanos y ciudadanas que nos esperan asequibles y diligentes para resolver cuanto antes sus problemas inmediatos. Esta es la actitud que ha guiado a lo largo de estos días a profesionales, técnicos municipales y buena parte de los responsables políticos que hemos estado en el Carmel. Esta actitud, de la que la concejal del distrito, Elsa Blasco, ha sido exponente, es el camino principal para recuperar la confianza de quienes se han sentido defraudados por la Administración.

Imma Mayol es tercera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona.

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