Reportaje:REFERÉNDUM EUROPEO | La votación en Euskadi

La respuesta más fría

Apenas cuatro de cada 10 ciudadanos se acercaron a votar en una jornada de colegios casi vacíos y escaso ambiente electoral

Aulas vacías, urnas raquíticas y un goteo lento, cuando no inexistente, de votantes que se acercaban a ellos. En Lasarte-Oria, a la una de la tarde, la parroquia de San Pedro registraba su lleno habitual. Justo enfrente, en la primera planta del Ayuntamiento de la localidad gupizcoana, los integrantes de las dos mesas electorales se morían de aburrimiento. Un rato más tarde, en el barrio de Amara de San Sebastián, ocurrían tres cuartos de lo mismo. Sólo un porcentaje muy bajo de los feligreses que salía de la Sagrada Familia entraba a votar en el instituto Peñaflorida. Dentro, las urnas prácti...

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Aulas vacías, urnas raquíticas y un goteo lento, cuando no inexistente, de votantes que se acercaban a ellos. En Lasarte-Oria, a la una de la tarde, la parroquia de San Pedro registraba su lleno habitual. Justo enfrente, en la primera planta del Ayuntamiento de la localidad gupizcoana, los integrantes de las dos mesas electorales se morían de aburrimiento. Un rato más tarde, en el barrio de Amara de San Sebastián, ocurrían tres cuartos de lo mismo. Sólo un porcentaje muy bajo de los feligreses que salía de la Sagrada Familia entraba a votar en el instituto Peñaflorida. Dentro, las urnas prácticamente vacías informaban de que tampoco lo habían hecho antes de comulgar. Lluvia, mucha lluvia, viento y, sobre todo, desgana.

Algunas pequeñas localidades de Guipúzcoa registraron una abstención superior al 80%
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La palabra más repetida durante toda la jornada fue normalidad, lo que -comparado con otras citas electorales en Euskadi- no es poco. La señal más clara fue la escasa presencia policial en las calles e, incluso, en los propios colegios electorales. En el hogar del jubilado de Andoain, un único policía municipal hablaba distraídamente por teléfono. En un colegio de la calle Urbieta, en el centro de San Sebastián, dos agentes de la Guardia Municipal se afanaban en otra labor más urgente que la del orden público. A eso del mediodía, cinco votantes -algunos bien entrados en años- se habían caído al abandonar el colegio. Culpable: la lluvia, que estaba convirtiendo el piso en una pista de patinaje. Las dos agentes que custodiaban el centro cogieron una fregona primero y un poco de serrín después y fueron atajando el peligro sin perder la sonrisa.

Algo parecido ocurría en un colegio del centro de Barakaldo, donde a la hora del aperitivo un único municipal vigilaba tanto la afluencia de ciudadanos como que éstos reparasen en los carteles colocados en varios lugares que alertaban de la posibilidad de sufrir resbalones en unas escaleras de piedra empapadas por la sucesión de paraguas chorreantes.

A última hora de la tarde, algunos colegios de San Sebastián empezaron a salir, al menos aparentemente, del sopor de la siesta. Sin embargo, los datos oficiales no eran como para tirar las campanas al vuelo. A falta de poco más de una hora para el cierre de la jornada electoral, menos un tercio de los electores vascos (un 31,09%) se había acercado a votar. Al final, la participación se quedó en el 38,74%, menos de cuatro puntos por debajo de la media española.

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En algunas localidades pequeñas de Guipúzcoa ni siquiera se llegó al 20% de votantes. En esos lugares, el ambiente parecía más proclive al no que al sí. De hecho, los únicos carteles pegados eran los del no, muchos de ellos compartiendo espacio con las pancartas favorables al acercamiento de los presos de ETA. También en la capital guipuzcoana eran prácticamente inexistentes los reclamos que propugnaban el sí.