OPINIÓN DEL LECTOR

Don Miguel de Cervantes, ninguneado

Sobre Cervantes y el IV Centenario de la publicación del Quijote (Parte Primera), mucho se está haciendo, diciendo y publicando. Sin ánimo de agotar el listado de cosas pendientes, quisiera hacer llegar a su periódico una observación dirigida al Ayuntamiento de Madrid.

¿Por qué en la ciudad de Madrid, lugar donde vivió y murió Cervantes, la casa donde don Miguel falleció, en la que hay una placa conmemorativa, está tan mal adecentada en su exterior y da tan mala imagen de los madrileños?

El otro día íbamos unos profesores, haciendo un recorrido por la zona, y al ver la cas...

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Sobre Cervantes y el IV Centenario de la publicación del Quijote (Parte Primera), mucho se está haciendo, diciendo y publicando. Sin ánimo de agotar el listado de cosas pendientes, quisiera hacer llegar a su periódico una observación dirigida al Ayuntamiento de Madrid.

¿Por qué en la ciudad de Madrid, lugar donde vivió y murió Cervantes, la casa donde don Miguel falleció, en la que hay una placa conmemorativa, está tan mal adecentada en su exterior y da tan mala imagen de los madrileños?

El otro día íbamos unos profesores, haciendo un recorrido por la zona, y al ver la casa que se levantó donde murió Cervantes, dijimos, genio y figura... ¿Por qué? Pues porque había coches estacionados al lado de la pared donde está la placa, un contenedor de escombros, un contenedor de basura, la placa sin destacar, ni por su limpieza ni por su adorno, en este IV Centenario del Quijote. En fin, un poco más allá se puede contemplar la casa de Lope de Vega, a quien sin duda ninguna, si hubiese habido Premios Cervantes en su época, se lo hubieran dado, no así a Cervantes, que seguiría pobre.

Iré a ver las estatuas de Don Quijote y Sancho en la plaza de España, y la de Cervantes allí y en la plaza de las Cortes. Iré a las calles de Dulcinea, de El Toboso, de El Caballero de la Triste Figura, de Cervantes, a ver cómo están.

Sí, ya sé que en octubre habrá una magna exposición; sí, pero lo mejor sería mostrar una coordinación de esos fastos con las pequeñas cosas. Un día me pasaré por la última casa de Cervantes, a poner unas flores en su lápida, si puedo acercarme. Espero que no todas las flores se las lleve Don Quijote, ni el Instituto Cervantes. Espero que algo quede para quien, en su melancolía, se ríe de tantos y tantos, que aún no saben por qué eligió La Mancha (nombre de origen árabe) para su caballero, por qué le hacía comer duelos y quebrantos los sábados, y por qué tuvo que hacer su primera salida por la puerta falsa de un corral, entre otras muchas cosas. Y se las dan de listos y publican libros.

Y don Miguel se ríe... de todos, menos de Valle-Inclán, con sus geniales Max y Don Latino y de algunos otros y otras, que ahora no voy a nombrar. Hagan fastos, señores, que algunos nos conformaremos con releer el libro y con hacérselo fácil a los que nos siguen, a los jóvenes.

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Y usted, señor alcalde, siga con su Olimpiada y su M-30; y usted, señora presidenta de la Comunidad, siga con sus planes urbanísticos. Hacen bien. Al fin y al cabo, esto que yo digo no da dinero.

Eso sí, por favor, no nos martiricen el día 23 de abril con sus discursitos.

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