Entrevista:WALTRAUD MEIER | Soprano

"Los papeles dramáticos son para cantar, no para gritar"

"La ópera debe tener una ambición eterna y si se la reduce a lo real se la empequeñece"

Proporciona a Wagner unas dimensiones más humanas de lo habitual, pegadas al ras de la piel cercana de quienes la escuchan. Le gusta la medida de lo tangible. Contra el divismo, que es algo que sólo debe darse en la escena, Waltraud Meier, una de las grandes sopranos dramáticas de la ópera mundial, que debuta hoy como Ortrud en el Lohengrin que se estrena en el Teatro Real de Madrid, propone bajar de los cielos a la tierra y, por ejemplo, planchar. "La gente suele creer que vamos en coches grandes y tenemos gente alrededor que nos lo hace todo. Pero no, somos nosotros quienes cargamos c...

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Proporciona a Wagner unas dimensiones más humanas de lo habitual, pegadas al ras de la piel cercana de quienes la escuchan. Le gusta la medida de lo tangible. Contra el divismo, que es algo que sólo debe darse en la escena, Waltraud Meier, una de las grandes sopranos dramáticas de la ópera mundial, que debuta hoy como Ortrud en el Lohengrin que se estrena en el Teatro Real de Madrid, propone bajar de los cielos a la tierra y, por ejemplo, planchar. "La gente suele creer que vamos en coches grandes y tenemos gente alrededor que nos lo hace todo. Pero no, somos nosotros quienes cargamos con los bultos al aeropuerto y algunas amigas mías se han sorprendido de ver cómo me plancho mis cosas. Hay que estar con los pies en la tierra porque sino no transmitiríamos emociones con las que la gente se pueda identificar. Debemos resolver y vivir los problemas cotidianos, cuantos más tengamos, más experiencia podemos transmitir al público", aseguraba la pasada semana en Madrid.

Va al gimnasio todos los días e inyecta una saludable energía vital con sus ojos verdes, grandes y rasgados. Conoce los cielos y los infiernos de las grandes almas femeninas creadas por Richard Wagner a las que jamás llama heroínas. "Ése es un término para los fanáticos de la ópera. Yo me conformo con llamarlas personajes", afirma la cantante alemana.

Su arma, curiosamente, en algo tan aparentemente ultradimensionado como lo wagneriano, es la sencillez, la proximidad, el tacto, la delicadeza. Es la forma en la que ha decidido acercarse a Ortrud, un personaje que ha interpretado decenas de veces. "Lo estrené en Lisboa en 1998. Quise esperar un tiempo para hacerlo porque tiene una gran carga de dramatismo. Pero es un papel dramático en el que se debe cantar y no gritar, porque su misterio está en la seducción y ahí entran muchos colores". Eso, si una orquesta de más de cien músicos deja traspasar los matices, porque a veces suben el volumen tanto que no hay manera. "Ésa es otra de mis luchas, que comparto con Plácido Domingo. Hace tiempo que las orquestas han subido su masa de sonido y muchas veces los cantantes tenemos que hacer lo que podemos y nos quedamos contentos si llegamos a dar ciertas notas. Es vergonzoso", dice.

Sabe que no tendrá ese problema en Madrid con la orquesta del Teatro Real y así podrá dar su visión sutil de Ortrud. "Es racional e inteligente. Para Wagner era un talento de la política y para mí es la personalidad oponente de Lohengrin y no del otro papel femenino, el de Elsa". Así es. Ortrud cristaliza el conflicto en Lohengrin. Ella es la fría realidad, mientras que el protagonista encarna el idealismo. ¿Hay algo más de andar por casa? ¿Algo más común a los hombres que esa lucha? Entonces, ¿para qué mitificar con grandilocuencia lo wagneriano si trata de cosas que todo el mundo puede entender? "Su obra es una proyección humana total. Hasta sus dioses son demasiado humanos y ésa es la gracia", asegura Meier.

Pero, aun así, considerando la ópera como un espejo en el que la gente pueda mirar y maquillar sus emociones, para Meier no debe ser sólo eso. "El periodismo debe ser un espejo de la realidad, la ópera no, la ópera es algo más. Va más allá de nuestras vidas diarias y debemos trabajar para que resulte así. Hay otras músicas además que pueden plasmar la realidad, el pop, el jazz, pero la ópera no, porque debe tener una ambición eterna y si se la reduce a lo real se la empequeñece", explica.

Con esas reflexiones demuestra ser ambiciosa respecto a los ideales que debe defender en su trabajo, pero no lo ve tampoco en términos de salvación. "Nuestro arte está ahí y puedes utilizarlo para que te ayude en algo, pero puede que tampoco te sirva de nada", avisa.

Waltraud Meier, en el Teatro Real.ULY MARTÍN
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