Saber escuchar
A veces divierte más que entristece ese culto moderno al lenguaje extremo, a la postura radical e intolerante. La fauna televisiva es fiel reflejo de esa tendencia al insulto, y a que cualquier debate acabe indefectiblemente en los juzgados. Hemos perdido el ras-
go de las personas amables y tolerantes: la capacidad de escuchar.
La posibilidad de discutir de un modo constructivo o de aceptar la parte de razón del otro en busca de una razón más grande, pacífica y estable. Los paladines de esta nueva forma de sordera son sin duda los políticos. Sus discursos cerrados y previsibles ...
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A veces divierte más que entristece ese culto moderno al lenguaje extremo, a la postura radical e intolerante. La fauna televisiva es fiel reflejo de esa tendencia al insulto, y a que cualquier debate acabe indefectiblemente en los juzgados. Hemos perdido el ras-
go de las personas amables y tolerantes: la capacidad de escuchar.
La posibilidad de discutir de un modo constructivo o de aceptar la parte de razón del otro en busca de una razón más grande, pacífica y estable. Los paladines de esta nueva forma de sordera son sin duda los políticos. Sus discursos cerrados y previsibles permiten ver las noticias sin volumen. Es más relajante, y lo único que te pierdes es el grado o matiz con que han descalificado a su oponente.