OPINIÓN DEL LECTOR

Restricciones informativas

Soy periodista de TV-3, y durante mucho años he sido reportera en la calle. Estos días vivo con tristeza la polémica creada por la nota que el Departamento de la Oficina de Comunicación del Gobierno de Cataluña envió el día 8 de febrero, en la cual se restringía el acceso de los periodistas al barrio del Carmel "por motivos de seguridad", y que aseguraba que se entregarían imágenes filmadas por una agencia de noticias "cuando hubiera un hecho noticiable" (se supone que es el Gobierno el que determina cuándo lo es).

Esta nota se puede calificar inmediatamente de inaceptable. Primero, por...

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Soy periodista de TV-3, y durante mucho años he sido reportera en la calle. Estos días vivo con tristeza la polémica creada por la nota que el Departamento de la Oficina de Comunicación del Gobierno de Cataluña envió el día 8 de febrero, en la cual se restringía el acceso de los periodistas al barrio del Carmel "por motivos de seguridad", y que aseguraba que se entregarían imágenes filmadas por una agencia de noticias "cuando hubiera un hecho noticiable" (se supone que es el Gobierno el que determina cuándo lo es).

Esta nota se puede calificar inmediatamente de inaceptable. Primero, porque corresponde a los periodistas determinar qué hechos son noticiables o no. Ni el Gobierno ni el Colegio de Periodistas se pueden atribuir esta facultad.

Segundo: las restricciones para "preservar la seguridad" de los periodistas o la intimidad de los vecinos, son razones falaces.

La primera nos remite a hechos recientes, cuando las autoridades de Estados Unidos han restringido el acceso de los periodistas a la guerra de Irak y han obligado a que los éstos cubran las noticias de la guerra incrustados en unidades del ejército. En cuanto a la segunda, ni el Gobierno de la Generalitat ni el Colegio de Periodistas tienen que ser responsables de garantizar la "intimidad" de los vecinos. Éstos, como muy bien hemos comprobado en multitud de ocasiones los periodistas que cubrimos la información a pie de calle, son perfectamente capaces de preservar su intimidad en acontecimientos complicados, si quieren. No sería la primera vez que un particular o un grupo de afectados nos prohibieran a los periodistas acceder a sus viviendas, o sus habitaciones de hoteles, sus reuniones, o sus asambleas. No necesitan que nadie los tutele.

La defensa del periodista, en estos casos, no debe provenir del Gobierno ni del Colegio de Periodistas, sino de mencionar en su crónica la restricción a la que ha sido sometido. Además, en el caso del Carmel, las restricciones de acceso a la zona afectada sólo han estado vigentes para los periodistas, pero no han influido para nada en las sucesivas visitas de los políticos a la zona afectada.

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