OPINIÓN DEL LECTOR

Un testimonio

Soy de nacionalidad rumana, estoy viviendo desde el año 1992 en España, donde he tenido satisfacciones y, también, momentos difíciles en la lucha por la existencia, pero entre una y otra estoy contento aquí en este país abierto y hospitalario.

El 7 de febrero viví uno de los momentos más duros de mi vida, de angustia física y psicológica, todo causado por dos equipos de la Guardia Civil de Tráfico. Ese día circulaba con mi coche por Robledo de Chavela en dirección Madrid, en un punto del camino antes de salir a la N-501. Ellos estaban parados en una furgoneta y el coche de la Guardia Ci...

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Soy de nacionalidad rumana, estoy viviendo desde el año 1992 en España, donde he tenido satisfacciones y, también, momentos difíciles en la lucha por la existencia, pero entre una y otra estoy contento aquí en este país abierto y hospitalario.

El 7 de febrero viví uno de los momentos más duros de mi vida, de angustia física y psicológica, todo causado por dos equipos de la Guardia Civil de Tráfico. Ese día circulaba con mi coche por Robledo de Chavela en dirección Madrid, en un punto del camino antes de salir a la N-501. Ellos estaban parados en una furgoneta y el coche de la Guardia Civil con las luces puestas; señalicé para adelantar y cuando pasé frente al agente con matrícula A 57347-unidad D 20R3111, que estaba dentro de su coche, me hizo señales de parar; paré a 10 metros y di la vuelta.

El agente me pidió la documentación y después me dijo que no podía pasar sin cadenas, porque la carretera está bloqueada de nieve. Yo le pregunté por qué motivo me ponía una denuncia. Intenté convencerlo de que yo no podía adivinar sus intenciones dentro del coche.

Él se puso más nervioso y me insultó, diciéndome "hijo de perra". Le pregunté por qué hablaba así. Él tocó la pistola y con gestos no controlados me amenazó y empezó a gritar diciendo que me sentara en mi coche.

Estos actos los hizo delante de tres compañeros míos de trabajo que estaban en el mismo coche. Después de un rato vino con mi documentación y con la denuncia (número de expediente 28/007399452/1) por un importe de 90 euros.

Yo le pregunté entonces por qué me había insultado y tambien con la observación de que le iba a denunciar por insulto y de que no estoy de acuerdo con su denuncia porque las señales suyas no fueron bien hechas. El coche de la policía estaba casi fuera de calzada, y la furgoneta, también, foto que tengo. Se puso muy nervioso y me pidió otra vez los papeles para hacerme otra denuncia, cosa que no hizo, pero retuvo los papeles en un plazo de entre 40 y 50 minutos.

Cuando tuve la posibilidad de preguntar por qué no me dejaba salir me respondió que no sabía qué hacer conmigo. Estaba a la espera de otro grupo.

El nuevo grupo de la Guardia Civil llegó, nos sacó fuera en un modo muy violento, gritando, insultándos y un tratamiento como el que recibirían unos animales que no quieren obedecer.

Como afuera estaba nevando y lloviendo aguanieve, en unos minutos estaba mojado y comencé a temblar de frío. En esta tortura permanecí más de 40 minutos hasta que cedí mis nervios y le dije que no hacía ninguna denuncia contra él. Cuando lo escuchó, uno de ellos me dijo que nos podíamos marchar.

Este tipo de actos no se hacen en países que no tienen tantos valores democráticos como España. No quiero, ni pido, que los agentes sean sancionados, pero advertidos sí, para que esto no pase más y se respeten los derechos humanos.

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