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En los últimos años se ha producido un fenómeno singular en el proceso de configuración de las ciudades. La celebración de importantes eventos de carácter internacional ha provocado una competencia entre candidaturas y, para quienes se han visto ganadores, una aceleración en la ejecución de las infraestructuras y una promoción impagable. Fue el caso de Sevilla y Barcelona en 1992, de Granada con los mundiales de esquí, de los Juegos Iberoamericanos de Huelva, los mundiales ecuestres de Jerez y los Juegos del Mediterráneo de Almería. Lo será para Zaragoza y Valencia en los próximos años, lo mis...

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En los últimos años se ha producido un fenómeno singular en el proceso de configuración de las ciudades. La celebración de importantes eventos de carácter internacional ha provocado una competencia entre candidaturas y, para quienes se han visto ganadores, una aceleración en la ejecución de las infraestructuras y una promoción impagable. Fue el caso de Sevilla y Barcelona en 1992, de Granada con los mundiales de esquí, de los Juegos Iberoamericanos de Huelva, los mundiales ecuestres de Jerez y los Juegos del Mediterráneo de Almería. Lo será para Zaragoza y Valencia en los próximos años, lo mismo que para Córdoba si consigue, como es de esperar, la capitalidad cultural europea del 2016. Málaga consiguió un efecto similar con el Museo Picasso, una promoción notable gracias al esfuerzo de la Junta de Andalucía.

Quien no tenga un proyecto de futuro de esta envergadura se ve en el rincón del mapa y del progreso, viendo como otras ciudades participan en el festín y asistiendo al ayuno con envidia. De todas las ciudades andaluzas Cádiz parece al margen de todo proyecto si no se rescata del sopor la idea del 2012. El Bicentenario de la primera constitución española y americana, prototipo para otros textos posteriores, puede ser la oportunidad soñada por la ciudad con el fin poner al día sus infraestructuras (autovía hasta Sevilla, AVE, segundo puente, autovía hasta Algeciras), rehabilitar el Casco Antiguo, dotar de contenidos a los múltiples contenedores hoy con malo o escaso uso (Castillos de San Sebastián, Santa Catalina,San Roque, Santa Elena, Cortadura y San Lorenzo antiguo gobierno Militar, Baluartes de los Mártires, Candelaria y San Felipe), acelerar los planes hoteleros en Valcárcel y Atlántico, etc. A la par, conseguir un reconocimiento internacional y un impulso turístico necesario. La idea de libertad que expresaron los diputados doceañistas debe ser la seña de identidad de la ciudad, que ahora tiene en el carnaval su santo y seña. Una ciudad no puede vivir todo el año de la fama que le reporta una fiesta. Con ser algo grande, la Viena de la música popular le llama el musicólogo Faustino Núñez, no se pueden poner todos los huevos en la misma cesta. Es necesario que en Cádiz se quiten las legañas y se pongan a trabajar para conseguir que el 2012 sea para la ciudad un punto de partida en su desarrollo.

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