OPINIÓN DEL LECTOR

Gélidamente imposible

Llegar cualquier mañana desde Aranjuez hasta Atocha puede ser toda una aventura. Teniendo en cuenta que la línea 3 de cercanías es una de las más deficitarias (por no ponernos tremendos y decir que es la peor de todas las que he utilizado) de la red madrileña, cualquiera puede imaginar que las campañas publicitarias que vanaglorian las maravillas del transporte público quedan lejanas a la realidad.

Para empezar, una población que ha crecido tanto (y sigue creciendo) como Aranjuez ve cómo el servicio prestado por Renfe se ha quedado anclado en un lejano pasado en el que éramos pocos y no...

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Llegar cualquier mañana desde Aranjuez hasta Atocha puede ser toda una aventura. Teniendo en cuenta que la línea 3 de cercanías es una de las más deficitarias (por no ponernos tremendos y decir que es la peor de todas las que he utilizado) de la red madrileña, cualquiera puede imaginar que las campañas publicitarias que vanaglorian las maravillas del transporte público quedan lejanas a la realidad.

Para empezar, una población que ha crecido tanto (y sigue creciendo) como Aranjuez ve cómo el servicio prestado por Renfe se ha quedado anclado en un lejano pasado en el que éramos pocos y no teníamos visos de que pariera la abuela. Vamos, que eso de tener un tren cada 15 minutos en plena hora punta no da para mucho. Claro es que "compartir vías con los regionales y los trenes de mercancías no nos deja espacio para más...". ¡Y eso de hacer una vía doble es tan difícil, cuentan algunos! Para hacer un Metronorte parece que sí hay dinero.

Durante estos meses en los que a las seis y algo de la madrugada los termómetros han oscilado entre los tres y los siete grados bajo cero, pocos días hemos podido "gozar" de algo tan básico como la calefacción. ¡Lo duro que es estar 45 minutos sentado en un tren tiritando y sin sentir los dedos de los pies!

La próxima vez que esto ocurra me darán ganas, como ya me han aconsejado, de desafiar las normas y, ya que ahora no se podrá fumar en los trayectos ferroviarios de menos de cinco horas, sacarme un cigarrito y encenderlo. Por lo menos para que se me calienten las manos... A ver quién es el interventor guapo que me lo apaga.

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