Reportaje:TEATRO

Este clon se te parece

No llega a Madrid el teatro europeo contemporáneo, o llega tarde y a salas pequeñas: el grueso de la cartelera se confecciona con reposiciones y con obras que los productores se traen de Nueva York. De Caryl Churchill, uno de los principales autores británicos actuales, se estrenó Top Girls hace dos temporadas, con dirección de Magüi Mira. Por las mismas fechas, José Pascual montó Cloud Nine (El séptimo cielo, en traducción de Ángeles González Sinde) y sus promotores no encontraron teatro. Iniciativas como el Ciclo Autor, dirigido por Vicente León, sirven para disimular el vacío....

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No llega a Madrid el teatro europeo contemporáneo, o llega tarde y a salas pequeñas: el grueso de la cartelera se confecciona con reposiciones y con obras que los productores se traen de Nueva York. De Caryl Churchill, uno de los principales autores británicos actuales, se estrenó Top Girls hace dos temporadas, con dirección de Magüi Mira. Por las mismas fechas, José Pascual montó Cloud Nine (El séptimo cielo, en traducción de Ángeles González Sinde) y sus promotores no encontraron teatro. Iniciativas como el Ciclo Autor, dirigido por Vicente León, sirven para disimular el vacío. Lleva nueve ediciones, consagradas sucesivamente a Pinter, Brossa, Müller, Azama... Después de alguna de las funciones hay conferencias de especialistas y conversaciones en clave de cine fórum. El IX Ciclo Autor, dedicado a Churchill, estrena A Number, su última obra (el 8 de febrero), Icecream (Helado, el día 11) y una producción nueva de Cloude Nine, que José Padilla, su traductor, ha preferido titular En una nube.

Caryl Churchill (1938) obtuvo su primer éxito en 1976 con Light Shining In Buckinghamshire, obra sobre los ideales y las medias verdades que llevaron a un grupo de panteístas, defensores del amor libre y del reparto igualitario de la propiedad a unirse a la falsa revolución de Cromwell, durante la guerra civil inglesa de 1647. Después estrenó Vinegar Tom, donde, como Arthur Miller en The Crucible, aborda la caza de brujas, y diagnostica: fueron acosadas por ser diferentes, estar solas y en posición vulnerable. El drama sucede en el siglo XVII, pero es interrumpido a menudo por actrices que, vestidas de hoy, interpretan canciones modernas y ofrecen otro punto de vista. Churchill obtuvo el espaldarazo con Cloude Nine (1979), una comedia dislocada. Los protagonistas del primer acto son colonos británicos en el África tropical: hablan como si asumieran plenamente la moral victoriana, pero viven tórridamente, todos enamorados de todos. El sexo bulle y parece que la tapa de la olla a presión va a saltar. Para enriquecer el guiso, Betty, la protagonista femenina, es interpretada por un actor; su hijo Eduardo, por una actriz, y el papel de Joshua, el sirviente negro, lo hace un actor blanco. Lo importante es el deseo, no el sexo, dice la autora entre líneas. En el segundo acto, que se desarrolla en nuestros días, la moral sexual empieza a adaptarse a los hechos. Cada personaje busca su rol como puede. Eduardo ahora es adulto (ha transcurrido un siglo, pero para los personajes sólo han pasado 25 años: todo es posible en teatro), se acaba de separar de su novio y dice a su hermana, mientras le toca los pechos: "Quizá soy lesbiana".

En cada una de sus obras,

Churchill cambia las reglas del juego: arriesga y, por lo general, gana. En A Number (2002), camina un poco adelante en el tiempo para hablar de lo que está ocurriendo hoy. Sus protagonistas son Salter, un cincuentón cuya esposa se suicidó, y tres de sus veinte hijos: tuvo uno, no supo criarle, pues estaba solo y alcohólico, se deshizo de él, y pidió que lo clonaran a partir de algún resto orgánico. Como hizo una mujer de Tejas con su gato Little Nicky, por 50.000 dólares, según contaba en EL PAÍS su corresponsal, Javier del Pino, el pasado 24 de diciembre. A Salter le costó bastante más obtener una réplica de su hijo, y, sorpresa, el laboratorio se aprovechó: sin comunicárselo, sacó otras diecinueve. Diecinueve hijos que andan por ahí, sin conocer a su padre. A Number habla de la identidad, del destino y de la posibilidad de volver a empezar. Ahora está en cartel en Nueva York, con Dallas Roberts multiplicándose en el papel de los replicantes. En Madrid dirige esta obra Vicente León, con Francisco Vidal y Carlos Martínez. El director de Cloude Nine es Goyo Pastor, y el de Icecream, tercer montaje del ciclo, Darío Facal. "Icecream es un thriller psicológico protagonizado por una pareja estadounidense que viaja a Inglaterra a seguir la pista de los antepasados de él, muertos todos en circunstancias extrañas", explica Facal. "Se ven envueltos en un crimen, y la obra prosigue como una road movie por la América profunda".

A Number. Del 8 al 10 de febrero. Icecream. Del 11 al 13. Cloud Nine. 14 y 15. Madrid. Teatro Pradillo. Dentro del Festival Escena Contemporánea.

El actor Alberto Huici, en un momento de la obra 'Helado', de Caryl Churchill.

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