Reportaje:

Altezas en el subsuelo

Los Príncipes viajaron en metro para visitar las obras de ampliación de la red

"¡Que dice la niña que ella no quiere ver al príncipe, sino a Blancanieves!". La rebelde niña, ajena a autoridades, protocolos y rangos, buscaba despistada al personaje de cuento mientras hacía equilibrios en los brazos de su madre, que la alzaba sobre las cabezas de decenas de vecinos de Vallecas, apelotonados ayer a la entrada del metro de Alto del Arenal para ver pasar a los Príncipes como dos estrellas fugaces. Una muralla de adultos -muchos con la excusa de sus hijos y nietos supuestamente entusiasmados por conocer a don Felipe y a doña Letizia- estuvo plantada durante dos horas fr...

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"¡Que dice la niña que ella no quiere ver al príncipe, sino a Blancanieves!". La rebelde niña, ajena a autoridades, protocolos y rangos, buscaba despistada al personaje de cuento mientras hacía equilibrios en los brazos de su madre, que la alzaba sobre las cabezas de decenas de vecinos de Vallecas, apelotonados ayer a la entrada del metro de Alto del Arenal para ver pasar a los Príncipes como dos estrellas fugaces. Una muralla de adultos -muchos con la excusa de sus hijos y nietos supuestamente entusiasmados por conocer a don Felipe y a doña Letizia- estuvo plantada durante dos horas frente a la estación, hasta que los Príncipes de Asturias dieron por terminada su visita al metro y salieron a saludar a los más fieles.

El rey Alfonso XIII, bisabuelo de don Felipe, inauguró la línea 1 en 1919

Fue el punto final a la visita que don Felipe y doña Letizia -guiados por la presidenta regional, Esperanza Aguirre; el alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, y toda una corte de autoridades autonómicas y locales- realizaron a las obras de ampliación de la línea 1, que debe abrir tres nuevas estaciones y llegar al Ensanche de Vallecas en 2007. Era la primera vez que el heredero -cuyo bisabuelo, Alfonso XIII, inauguró la línea en 1919- viajaba en el suburbano madrileño, y la primera que la princesa lo hacía en calidad de tal.

El recorrido, sin embargo, había comenzado en superficie. Una superficie que un día será el barrio del Ensanche de Vallecas, pero que hoy es sólo un páramo poblado por decenas de farolas huérfanas de vecinos a los que alumbrar. Allí, bajo un intenso viento que en varias ocasiones amenazó con hacer volar los paneles explicativos, los Príncipes escucharon de boca de la consejera de Transportes, María Dolores de Cospedal, los detalles técnicos de la ampliación.

Después bajaron a las profundidades de la tierra, se introdujeron en la gigantesca tuneladora que excava el túnel y, tras interesarse por el funcionamiento de la máquina y los plazos de la obra -no por su coste, 87 millones, porque "la Casa Real nunca pregunta por temas de dinero", según un responsable autonómico-, volvieron a salir al campo y a los coches oficiales. "Doña Letizia puso una tuerca del túnel", informó más tarde un portavoz de la Comunidad.

Seguidos en todo momento y a toda prisa por dos autobuses repletos de periodistas, don Felipe y doña Letizia recalaron a continuación en la estación de metro de Congosto, actual final de la línea 1. Saludaron a la taquillera, picaron su billete, dedicaron sonrisas a algún sorprendido usuario y, siempre acompañados por Aguirre y Ruiz-Gallardón, recorrieron cuatro estaciones en un vagón en el que, entre autoridades, escoltas, fotógrafos y cámaras de televisión, no cabía un alma (y tampoco viajeros, que fueron derivados a otros vagones por el servicio de seguridad del metro).

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En Alto del Arenal terminaba el paseo, con una visita al puesto central de mando: una sala llena de pantallas desde la que se vigila el funcionamiento de toda la red de metro (trenes, andenes, pasillos, escaleras...). Antes de eso, los Príncipes de Asturias se dejaron fotografiar junto a un modelo de tren antiguo, de los tiempos de Alfonso XIII, expuesto en uno de los vestíbulos de la estación, y recibieron de manos de la presidenta regional una fotografía enmarcada del momento en el que el bisabuelo del ahora heredero inauguró la línea 1, el 17 de octubre de 1919.

Para entonces, a eso de las dos de la tarde, decenas de vallecanos, avisados por la radio, llevaban dos horas de pie en la entrada del metro, esperando a ver asomar las cabezas de Sus Altezas Reales. "¡Hoy, ni comida, ni cole, ni ná'! Aquí estamos toda la familia para ver a la Leti", contaba en medio de la excitación general una mujer rodeada de niños. "¡Miraaaaa! Pues sí que es chiquinina, pero ¡qué natural!", gritó otra cuando, por fin, los Príncipes salieron a saludar.

Hubo muchos apretones de manos, sonrisas y besos a los más pequeños. Después, Sus Altezas regresaron al subsuelo. En tierra se quedaron los vallecanos y el espíritu fugaz de Blancanieves.

Doña Letizia y el olor de los 'gofres'

Encarni viajaba en un vagón de metro cuando, al levantar la mirada, se dio cuenta de que junto a ella acababa de sentarse la presidenta regional, Esperanza Aguirre; al lado, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, y enfrente, los príncipes de Asturias. Todos regresaban a Sol, ya sin periodistas a la vista, tras su visita oficial al suburbano.

Y, esta vez sí, hicieron todo el viaje en compañía de los pasajeros habituales: dos o tres mujeres que se dirigían al trabajo, una chica que iba estudiando sus apuntes hasta que doña Letizia se sentó al lado y, ante su estupor, le dijo "hola", y dos jóvenes con pinta poco monárquica pero que, como Encarni, enseguida sacaron sus teléfonos móviles para fotografiarse con sus inesperados compañeros de vagón. "No le importa, ¿verdad?", preguntaban. "Mire, primero con Letizia. Ahora con la presidenta y Gallardón...".

Aguirre y el alcalde, conscientes de las 11 paradas que tenían por delante, explicaban al Príncipe, a dos voces, las bondades del suburbano. Don Felipe sonreía y miraba a su esposa. Y la Princesa volvía la vista atrás: "Yo lo que recuerdo es ese olor a gofre que había siempre en la estación de Sol cuando bajaba a coger el metro...".

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