Crítica:ROCK

Todo un placer

El genio impredecible volvió a convocar a los espíritus que habitan su privilegiada garganta, para ofrecer a sus fans madrileños una buena muestra de ese talento artístico que, llevando la contraria al pop, gana con los años. Fue una actuación con sonido a madera en la que sólo faltaron las volutas de humo y el sabor a alcohol de algún tugurio de esos que la aséptica modernidad se empeña en erradicar. El León de Belfast, que durante la actuación dio muestras de estar bastante acatarrado, hizo justicia a su leyenda de hombre de gran carácter con cierta propensión a mostrarse arisco y ofreció un...

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El genio impredecible volvió a convocar a los espíritus que habitan su privilegiada garganta, para ofrecer a sus fans madrileños una buena muestra de ese talento artístico que, llevando la contraria al pop, gana con los años. Fue una actuación con sonido a madera en la que sólo faltaron las volutas de humo y el sabor a alcohol de algún tugurio de esos que la aséptica modernidad se empeña en erradicar. El León de Belfast, que durante la actuación dio muestras de estar bastante acatarrado, hizo justicia a su leyenda de hombre de gran carácter con cierta propensión a mostrarse arisco y ofreció una compacta actuación de más de hora y media, en la que empalmó el bis con el final del concierto sin opción a reclamación alguna. Pero cierto es que cumplió con creces en cuanto a repertorio -una argamasa de estándar del blues y el rythm'n'blues, temas de sus últimos discos y alguna que otra canción mítica- y ejecución, tanto suya como de la más que correcta banda que le acompañó. Armado de saxo, armónica o guitarra, dirigió a sus músicos con mano firme, teniendo que volverse éstos a preguntarle a cada momento cuál era la canción que venía a continuación. Talk is cheap,Tore down ala Rimbaud, Aint that lovin you, In the afternoon o la subyugante Into the mystic fueron algunos de los mejores momentos de la actuación de esta especie a extinguir en estos tiempos de falta de mérito musical. De nuevo, todo un placer escucharle, para recordar que la música no es algo banal.

Van Morrison

(voz, saxo, armónica y guitarra), Matthew Holland (trompeta y coros), Martin Winning (saxo y flauta), John Edwards (guitarra y coros), Robert Ruggiero (batería), David Hayes (bajo y coros) y Jeff Leach (piano y órgano). Madrid, 29 de enero.

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