Reportaje:

Soplar tras haber 'soplado'

La Guardia Civil 'caza' a 17 conductores que conducían ebrios en un control de alcoholemia en la autovía de A Coruña

"Mire, se lo voy a decir claramente. O sopla bien esta vez o le acuso de negarse a hacer la prueba de alcoholemia, con lo que ello representa". El sargento de la Guardia Civil impone con un rostro serio y con el tono de voz tajante. El joven deja de dubitar y sopla el alcoholímetro. Las sospechas del agente se confirman. El conductor había consumido alcohol e intentaba evadir la prueba. De poco le sirvió porque la sanción fue de 600 euros y la consiguiente retirada del permiso de conducción de uno a tres meses. Es uno de los 160 cazados por los agentes de Tráfico durante la campaña especial de...

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"Mire, se lo voy a decir claramente. O sopla bien esta vez o le acuso de negarse a hacer la prueba de alcoholemia, con lo que ello representa". El sargento de la Guardia Civil impone con un rostro serio y con el tono de voz tajante. El joven deja de dubitar y sopla el alcoholímetro. Las sospechas del agente se confirman. El conductor había consumido alcohol e intentaba evadir la prueba. De poco le sirvió porque la sanción fue de 600 euros y la consiguiente retirada del permiso de conducción de uno a tres meses. Es uno de los 160 cazados por los agentes de Tráfico durante la campaña especial de control de alcoholemia puesta en marcha durante este mes por la Dirección General de Tráfico (DGT).

La puesta en marcha del control paraliza la circulación de la autovía de A Coruña (A-6), a la altura de Las Matas. La Guardia Civil de Tráfico siempre selecciona ese punto porque hay cuatro carriles y espacio suficiente para detener a los conductores infractores. Siempre comienza de madrugada, sobre la una y media, y dura hasta las seis de la madrugada. De esta forma siempre se controla a los conductores que vuelven de marcha y que pueden haber consumido alcohol.

Los conductores se muestran sorprendidos de que se les reduzca la velocidad de los 120 kilómetros a que pueden circular en ese punto a pararlos completamente. Primero se les avisa del control y después entran en varias líneas de conos donde los agentes les hacen soplar. Algunos conductores se muestran sorprendidos porque no saben lo que tienen que hacer, mientras otros son muy experimentados, en especial los camioneros. "Estamos haciendo un control preventivo de alcoholemia. ¿Tiene algún problema en someterse al mismo?", es la pregunta de rigor que hacen los guardias. La respuesta siempre es positiva, porque, en caso contrario, el conductor incurriría en un delito. Después tienen que colocar una boquilla, entregada en una pequeña bolsa de plástico cerrada, y soplar de manera continuada y con cierta potencia durante unos 15 segundos.

La mayoría de las 600 pruebas realizadas en el control da negativo, aunque hay algunos conductores que han consumido algo de alcohol. "Mire, está justo en el límite, en 0,25 gramos de alcohol por litro de aire espirado [esta cantidad se duplica en caso de análisis en sangre]. Pare cuanto antes porque puede que le suba en breve y, si hay un segundo control, le sancionarán", le explica un guardia civil a un conductor que acaba de regresar de una fiesta. "Tranquilo, agente, vivo en Las Rozas y me voy directo a dormir", dice con cierta voz temblorosa el conductor. Claro que a lo largo de cinco horas de control se dan bastantes anécdotas, como la de un conductor que regresaba de Cuéllar (Segovia) de una cena de empresa. Cuando llegó al control dio positivo y por mucho: 1,22 gramos por litro. El agente le exigió que parara el coche en la parte reservada del arcén y que le acompañara a la furgoneta donde le iban a hacer el contraanálisis con un etilómetro. Este aparato es mucho más preciso e imprime un resguardo con el resultado definitivo, lo que sirve como prueba judicial. Cuando este conductor tuvo que soplar por este segundo sistema arrojó una tasa de 0,12, por lo que no daba positivo. El guardia, ampliamente sorprendido, le dice que se puede marchar, pero que, si quiere, le explique qué ha ocurrido. "Mire, le voy a ser sincero. Me he asustado y, al verles, me he echado un desodorante en spray en la boca", explica. Fue el alcohol de este producto el que disparo el alcoholímetro. "Tenga mucho cuidado porque estas cosas le pueden traer muchos problemas", corta la conversación el agente.

Un total de 17 conductores dieron positivos en las pruebas de esa noche. Casi todos eran personas que regresaban de las tradicionales cenas de Navidad en la sierra o en los alrededores. "Mire, a mí me han denunciado y lo veo muy bien. Tienen toda la puñetera razón porque no nos damos cuenta del peligro que podemos causar en esta situación. Cuando me han parado, sabía que iba a dar positivo", explica Ángel, un conductor de 38 años que reside en la capital.

Algunos incluso se libran por los pelos. Fue el caso de un joven que había bebido dos copas de vino en una cena en Ávila en su empresa de montaje de aluminio. Dio positivo por poco: 0,30 gramos en litro espirado, lo que resulta el doble en sangre. Al hacerle la segunda prueba obligatoria, a los 10 minutos en el etilómetro, se queda en el límite legal de 0,25. El joven en cuestión pegó un grito desgarrador, al verse libre de la sanción.

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También surgen voces discrepantes que no ven lógico estos controles: "Con dos copas que me he bebido, voy perfecta para conducir. He conducido desde los 18 años y tengo 44. Pagaré la multa, pero mientras los adolescentes van a seguir muriendo", explica la vecina de Las Matas Ofelia Barreiro. Sus "dos copas de vino" arrojaron un positivo de 0,45 en la prueba.

"La gente no se da cuenta de los efectos del alcohol. Lo mejor es no beber nada y concentrarse en la conducción. Tampoco sirven los remedios caseros de morder granos de café o meterse un chicle en la boca. Si has bebido, las máquinas lo sacan", explica un guardia de Tráfico con una decena de años en Atestados. "He visto a muchas víctimas por culpa de alcohol y lo peor es que se podría haber evitado", concluye el agente.

'Un caso modélico'

La Guardia Civil también colocó un coche dotado con radar en Torrelodones para cazar los excesos de velocidad. Y pese a que el cinemómetro estaba muy alto, fotografió a cinco infractores. Uno de ellos fue un caso especial, el conductor de un Opel Astra, ya que cometió otras dos infracciones.

El radar detectó que iba a 182 kilómetros por hora. Los operadores del radar comunicaron la infracción al control de alcoholemia, donde fue parado para rellenar la correspondiente sanción. La sorpresa llegó cuando el guardia civil le pidió el carné de conducir. Éste sólo tenía una autorización para circular con motocicletas. Segunda sanción. Lógicamente, los agentes le hicieron la prueba de alcoholemia. También dio positivo: 0,78 gramos de alcohol por litro de aire espirado, lo que supone el doble en sangre. Tercera sanción e inmovilización del vehículo.

Claro que no fue el único conductor que tuvo una denuncia abultada. Una médica de Navacerrada terminará en el juzgado, ya que, tras dar positivo en la prueba de alcoholemia, se marchó en su coche sin esperar a que se le pasara la embriaguez. Y la Guardia Civil se lo advirtió: si se marcha ahora, la acusaremos de desobediencia. Y lo hizo.

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