Hay imaginación

Hay imaginación. El concierto comienza con una peliculita. Argumento: La Excepción ha olvidado, entre videojuegos, que le espera una actuación. A bordo del coche, los tres bromean y terminan llamando a un amigo flamenco para que cubra la espera tocando. Dicho y hecho. En el escenario del Galileo Galilei sale Josete y se canta unas bien recibidas rumbitas. Vuelve la película y se ve al trío llegar al local de la calle Galileo, subir trabajosamente las escaleras y ¡zas!, aparece en el escenario. En carne y hueso. Delirio general.

Hay verdad. Frente al ombliguismo de tanto rap nacio...

Hay imaginación. El concierto comienza con una peliculita. Argumento: La Excepción ha olvidado, entre videojuegos, que le espera una actuación. A bordo del coche, los tres bromean y terminan llamando a un amigo flamenco para que cubra la espera tocando. Dicho y hecho. En el escenario del Galileo Galilei sale Josete y se canta unas bien recibidas rumbitas. Vuelve la película y se ve al trío llegar al local de la calle Galileo, subir trabajosamente las escaleras y ¡zas!, aparece en el escenario. En carne y hueso. Delirio general.

Hay verdad. Frente al ombliguismo de tanto rap nacional, el grupo de Pan Bendito trae -de verdad- noticias reales. Historias de la minusvalía de El Langui, de cómo se combate el frío en un barrio, de lo que supone crecer con el hip-hop... y con el flamenquito. Pueden llevar una ropa más cara que en los principios, pero las 20.000 copias de Cata cheli no han cambiado los planteamientos de base.

Hay inventiva verbal. La pantalla sirve ahora para remachar algunos versos, que pueden pasar desapercibidos para los no iniciados. Entre el desfile de amigos se van colando parlamentos a palo seco donde se ironiza con el precio de la vivienda o los modelos que impone la telebasura. Es un vendaval de ocurrencias.

Algo está pasando en la periferia y, esta vez, es cosa de celebrar.