Crítica:POP | Los Ronaldos

Efervescentes

FERNANDO MARTÍN

Con el pretexto de esta serie de excelentes conciertos que están teniendo lugar a lo largo de este mes, y con los que se celebran a un tiempo los 25 años de la madrileña Sala El Sol y de Radio 3, el cuarteto Los Ronaldos volvió a reunirse en una actuación extraordinaria para reencontrarse con su público y los viejos amigos y, de paso, demostrar sobre las tablas la vigencia de su pop-rock efervescente, eternamente juvenil y jovialmente descarado.

Coque, los Luises y Ricardo tuvieron desde sus inicios varias habilidades que les reportaron un respetable...

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FERNANDO MARTÍN

Con el pretexto de esta serie de excelentes conciertos que están teniendo lugar a lo largo de este mes, y con los que se celebran a un tiempo los 25 años de la madrileña Sala El Sol y de Radio 3, el cuarteto Los Ronaldos volvió a reunirse en una actuación extraordinaria para reencontrarse con su público y los viejos amigos y, de paso, demostrar sobre las tablas la vigencia de su pop-rock efervescente, eternamente juvenil y jovialmente descarado.

Coque, los Luises y Ricardo tuvieron desde sus inicios varias habilidades que les reportaron un respetable número de ventas discográficas, gran cantidad de giras y conciertos y un gran nivel de popularidad acorde con la dorada década de los ochenta. Una de esas habilidades consistía en coger dos frases antagónicas y convertirlas en uno de esos estribillos que te acompaña insistentemente a lo largo de los años. Daba lo mismo que la protagonista lo hiciera bien y mal en la misma canción, porque el estribillo te lo aprendías igual.

Los Ronaldos

Coque Malla (voz y guitarra), Luis Martín (guitarra y coros), Luis García (bajo) y Ricardo Moreno (batería). Sala El Sol. Madrid, 18 de noviembre.

Compenetrados, calientes y felices en directo, Malla y los suyos dieron un amplio repaso a lo más granado de su discografía, para el que contaron con colaboraciones estelares de Nicolás Pastoriza, de Marabunta, o el multiinstrumentista y ex Golpes Bajos Pablo Novoa, además de una sección de viento con cuatro saxos.

Parecía que la banda apenas hubiera dejado de ensayar en todo este tiempo, y los arreglos, los solos y los detallitos musicales afloraban con una facilidad reseñable. Prácticamente sin esfuerzo, que es como resulta mucho más efectiva la música rock, en lugar de algo que fuese sufrido o impostado o ambas cosas a un tiempo. La reconocible voz del solista del grupo -el actor, compositor y cantante Coque Malla- volvió a sonar con la misma ingenuidad y chulería que en sus principios, quedando en evidencia que a él lo que le va es la música con cierto picante y a ritmo más dinámico y no lo solemne. En cuanto al juego de guitarras, ambas fueron trazando las canciones a la medida de riffs sencillos, aunque efectivos, en los que pesa tanto la herencia de música negra como el rock de a pie y el pop de ambientación muy juvenil. En cuanto a la sección rítmica, tanto bajo como batería batían medios tiempos, que son los ideales para sacar el máximo partido a los temas del grupo. Guárdalo, Lo estás haciendo mal, Adiós papá, Sabor salado o Si os vais no volváis fueron varios de los mejores momentos de una actuación en la que el público fue en todo momento cómplice de los cuatro madrileños en su momentánea vuelta a la actividad como uno de los grupos más celebrados del rock and roll estatal de los últimos 20 años.

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