Reportaje:FÚTBOL | 12ª jornada de Liga: el gran clásico

Samuel contra Samuel

El argentino se juega su prestigio frente al goleador Eto'o tras desafiar al Bernabéu

El día que Walter Samuel firmó su contrato con el Madrid en el Bernabéu había mucho revuelo. La junta directiva se había reunido en el estadio para destituir a Carlos Queiroz y el jugador fue invitado a pasar a la sala. Lo recibió el presidente del club, Florentino Pérez, acompañado de Juan Abelló y Federico Fernández Tapias, dos de las mayores fortunas de España. El jugador asomó sus ojos azules y esa barba luciferina que le confiere un aspecto intimidante. "Mucho gusto", saludó, muy serio. Y no dijo más. Como si estuviese ahí para otra cosa, no para estrechar manos, y lo apremiase la acción ...

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El día que Walter Samuel firmó su contrato con el Madrid en el Bernabéu había mucho revuelo. La junta directiva se había reunido en el estadio para destituir a Carlos Queiroz y el jugador fue invitado a pasar a la sala. Lo recibió el presidente del club, Florentino Pérez, acompañado de Juan Abelló y Federico Fernández Tapias, dos de las mayores fortunas de España. El jugador asomó sus ojos azules y esa barba luciferina que le confiere un aspecto intimidante. "Mucho gusto", saludó, muy serio. Y no dijo más. Como si estuviese ahí para otra cosa, no para estrechar manos, y lo apremiase la acción inmediata.

Seis meses después de aquella mañana, Samuel vive los peores días de su vida como jugador de fútbol. A sus 25 años, nadie diría que tiene menos de 30. Quienes le conocen desde que jugaba en el Newell's aseguran que lo notan tenso, anormalmente ansioso, contrariado, muy lejos de ser el chico imperturbable que habían conocido. Esta noche, cuando se enfrente al Barcelona, acompañado por Pavón, como máxima autoridad del Madrid en la defensa, Samuel se medirá a sí mismo en uno de esos escenarios que hacen del fútbol un deporte incomparable. Su futuro y su prestigio penderán de cada duelo con Eto'o, de cada córner, de cada paso que dé.

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El camino en el Madrid se le ha hecho a Samuel escabroso en muchos aspectos. Se ha lesionado más que nunca en toda su carrera, el estilo del equipo le resulta difícil de asimilar y la especial idiosincrasia del club le impone una relación con los medios de comunicación para la que nunca antes había estado preparado. Su error en el gol del Albacete, en el último partido de la Liga, le convirtió en blanco de la grada y eso pareció activar su válvula de seguridad: algo en Samuel explotó. El gesto que hizo tras marcar el cuarto gol del equipo, un característico cabezazo suyo, le enfrentó a la hinchada como hacía muchos años que no ocurría en el Bernabéu. Pocos jugadores se han atrevido a desafiar a los implacables seguidores de Chamartín y el menos esperado para hacerlo era Samuel, un jugador callado que desde que está en Madrid ha sido obligado a dar más entrevistas que en toda su vida.

Esquivo hasta con sus entrenadores, enemigo de las demagogias, reticente a manifestarse, aparentemente mudo y sencillo en extremo, Samuel se sitúa lejos de la excentricidad que lucen sus colegas. El argentino compra sus muebles en Ikea con un carrito y vive con su mujer y sus hijos en un piso. Nadie habría apostado que sería él quien buscaría la grada para llevarse la mano derecha al oído exigiendo reconocimiento.

Las lesiones desde que llegó, una de rodilla y otra muscular, han dejado a Samuel sin la potencia que le permitía ser contundente en la marca, su sello distintivo. Uno de los técnicos que le dirigió declaró a este periódico que lo veía "bajo de forma" pero "mucho más feliz en Madrid que en Roma". Lo dijo antes del incidente contra el Albacete. Esa noche, a la baja forma se unió la desconcentración, otra de las cualidades que hacían del central un futbolista valioso. Samuel nunca desatendía el partido, nunca se lesionaba, nunca fallaba. En Madrid el mundo se le comenzó a dar la vuelta. Tal vez su tragedia se decidió en el momento en que el público le exigió sacar el balón jugado: ése había sido en el Boca Juniors, en la selección argentina y en el Roma su punto débil.

"Samuel necesita continuidad", dice Mariano García Remón, su técnico; "ha jugado muy pocos partidos seguidos y no está acostumbrado a estar tanto tiempo parado. Su problema de ajuste no tiene nada que ver con jugar en línea de tres o línea de cuatro. Él es rápido y es zurdo y en el Boca siempre jugó con línea de cuatro, junto a Bermúdez y Arruabarrena. No tiene que tener problemas en ese sentido. Cuando juegue más partidos, veremos que es un gran central".

SCIAMMARELLA

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