Vivir de la música, un sueño

Ajenos a los entresijos del certamen de música, cientos de alumnos del Real Conservatorio Superior de Música andaban ayer entre las clases y la cafetería del edificio. Muchos habían asistido esa misma tarde a una manifestación en la que exigían una mejora de sus derechos. Protestan porque consideran que no están bien informados sobre un posible traslado de la sede a Carabanchel (ahora, el conservatorio está en pleno centro de Madrid, en Atocha) y porque no tienen suficientes aulas de ensayo, entre otras cosas.

Para entrar en este conservatorio, el único de grado superior que hay en Madr...

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Ajenos a los entresijos del certamen de música, cientos de alumnos del Real Conservatorio Superior de Música andaban ayer entre las clases y la cafetería del edificio. Muchos habían asistido esa misma tarde a una manifestación en la que exigían una mejora de sus derechos. Protestan porque consideran que no están bien informados sobre un posible traslado de la sede a Carabanchel (ahora, el conservatorio está en pleno centro de Madrid, en Atocha) y porque no tienen suficientes aulas de ensayo, entre otras cosas.

Para entrar en este conservatorio, el único de grado superior que hay en Madrid, hay que hacer unos exámenes muy duros. María y Ángel, de 24 y 33 años, respectivamente, han venido a estudiar música desde su ciudad, Valladolid. Ella estudia la carrera de guitarra, y él, la de composición. El concurso de guitarra les queda lejos. "Usan el conservatorio para hacerlo, pero a los alumnos no nos orientan para que vayamos a oírlo y nos sirva para algo", se queja ella. "Nos queda bastante distante", añade su amigo.

Ella da clases particulares para sobrevivir. Él está buscando. "Yo me estoy planteando dejar estos estudios porque tienes que tener una economía familiar que te sustente; si no, es muy difícil aguantar tantos años", cuenta María. Los dos amigos consideran que la carrera de música es "algo elitista". Los dos hablan en una mesa de la cafetería de la escuela.

No muy lejos, Lorena López, de 21 años, estudia clarinete. También es su primer año en el grado superior. "Toco el clarinete porque mis padres me apuntaron cuando era pequeña y luego me fue gustando", explica. Hasta hace poco, formaba parte de un cuarteto y cuando puede se gana la vida tocando en bandas y en orquestas. Como la mayoría de sus compañeros, compagina los estudios con algún empleo. "Doy clases de música y de flauta dulce. Si pudiese elegir, y soñar... Pues me gustaría tocar en una orquesta, vamos, vivir de la música. Posible es... Pero está muy difícil", concluye.

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