Un matrimonio de 17 años y su bebé mueren apuñalados en su vivienda de Madrid

La policía relaciona los asesinatos, de madrugada, con una venganza por un suceso de 2003

La calle de Sánchez Preciado, en el barrio madrileño de Valdezarza (distrito de Moncloa-Aravaca), se tiñó de sangre en la madrugada de ayer. Varios individuos irrumpieron en una casa baja del número 33 y mataron a cuchilladas al matrimonio formado por Amalio M. V. y Ada F. F., ambos de 17 años, y su hija, Jéssica, de sólo nueve meses. El marido estaba en la entrada de la casa, junto a un árbol, mientras que la mujer y su hija se encontraban en una habitación. Los investigadores no descartan la venganza por un intento de homicidio por parte del fallecido en octubre de 2003.

Dos amigos de...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La calle de Sánchez Preciado, en el barrio madrileño de Valdezarza (distrito de Moncloa-Aravaca), se tiñó de sangre en la madrugada de ayer. Varios individuos irrumpieron en una casa baja del número 33 y mataron a cuchilladas al matrimonio formado por Amalio M. V. y Ada F. F., ambos de 17 años, y su hija, Jéssica, de sólo nueve meses. El marido estaba en la entrada de la casa, junto a un árbol, mientras que la mujer y su hija se encontraban en una habitación. Los investigadores no descartan la venganza por un intento de homicidio por parte del fallecido en octubre de 2003.

La policía descarta el móvil del robo ya que en la casa se hallaron más de mil euros
Más información

Dos amigos del padre del fallecido, conocido como El Titi en el barrio, acudieron sobre las tres de la madrugada a la vivienda de Amalio. El progenitor, que trabaja vigilando obras, les había invitado a casa de su hijo para que probaran un jamón que acababa de comprar, según declararon posteriormente a los investigadores. Al llegar a la vivienda baja del número 33 vieron con algo que les extrañó: la cancela de acceso al jardín estaba abierta. Entraron y se toparon con la cruda realidad de tres personas muertas cosidas a puñaladas.

El primero con el que se toparon fue con Amalio, que estaba tirado boca arriba en medio de un gran charco de sangre. Presentaba una puñalada en el esternón que le alcanzó el corazón y le causó la muerte en el acto. Llevaba una camiseta de manga corta y pantalón de chándal de color azul. Junto a él había restos de un ladrillo roto con el que supuestamente intentó defenderse de sus agresores.

Los dos amigos entraron a continuación en la casa y vieron en la primera habitación cómo se completaba la terrible escena de muerte y sangre. Ada, la esposa de Amalio, estaba tirada junto a la cama de matrimonio. Tenía cinco puñaladas, cuatro de ellas le fueron propinadas en la espalda y la quinta la tenía en la pierna derecha, a la altura del bíceps. Le afectó la arteria femoral, lo que le produjo una pérdida masiva de sangre. Iba vestida con un pijama de color gris y llevaba puestos unos calcetines blancos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Dos puñaladas en el tórax

A escasos cuatro metros, estaba la pequeña Jéssica. El bebé, de sólo nueve meses, estaba tumbado en un sofá que había junto a la cama. Tenía dos puñaladas en el tórax, que le causaron la muerte en el acto. Llevaba puestos un pantalón de pijama rosa y una camiseta interior y una sudadera blanca.

Los dos amigos salieron a toda velocidad a la calle y se marcharon en coche a la casa de la familia de Amalio, en el cercano paseo de la Dirección, a quienes contaron lo que acaban de ver. Los padres y hermano del fallecido fueron a la casa y comprobaron in situ lo sucedido. Varios chillidos desgarradores de los allegados rompió la tranquilidad y el silencio de la noche. "¿Qué le han hecho a mi hijo?", "asesinos", "auxilio" y gritos similares fueron oídos por los vecinos.

Una vecina de la calle de Sánchez Preciado llamó sobre las 3.20 al teléfono de emergencias 112 y avisó de lo que acababa de escuchar. A partir de ese momento, este número recibió varias llamadas procedentes de teléfonos móviles en las que pedían auxilio para las víctimas. Todo resultó inútil, porque ya estaban muertas. Según los investigadores, los homicidios debieron producirse una hora antes de que los cuerpos fueran hallados por los dos amigos del padre.

Los primeros en llegar fueron dos coches patrulla de la comisaría de Moncloa-Aravaca. Vieron la puerta abierta y a la familia de los fallecidos. Los facultativos de una UVI móvil del Summa sólo pudieron certificar los óbitos, según un portavoz de Emergencias 112.

La policía acordonó toda la zona y obligó a los familiares a que salieran de la vivienda hasta que llegaran los agentes del Grupo V de Homicidios, que se encarga de las investigaciones, y el juez de guardia. El interior de la vivienda estaba totalmente revuelto, lo que hizo pensar a la policía que el móvil del triple homicidio se debió a un robo. Pero esta hipótesis quedó pronto descartada, ya que la policía halló 290 euros en un bolso de la mujer.

En una bolsa propiedad del fallecido, los investigadores localizaron otros 795 euros en efectivo. Además, los asesinos debieron de ser personas conocidas por sus víctimas, ya que ninguno de los tres cadáveres presentaba, según fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, signos de haberse defendido de las agresiones. La única señal de lucha fue el ladrillo que estaba junto al cadáver de Amalio.

Las investigaciones del Grupo V de Homicidios se han centrado en una primera instancia en una posible venganza. Amalio fue detenido por la policía acusado de homicidio en grado de tentativa. Supuestamente disparó a dos hombres el 12 de octubre de 2003 en la calle de Ofelia Nieto (distrito de Tetuán) con una escopeta de postas. Emilio M. B., de 29 años, resultó herido en el abdomen y en una pierna, mientras que E. O. S., de 18 años, recibió otro tiro que le causó heridas leves. El primero, que cuenta con antecedentes por tráfico de drogas y homicidio, ingresó en el hospital La Paz con pronóstico grave.

Fuentes judiciales señalaron que esta agresión se debió al reparto de casetas de feria en los festejos del barrio del Pilar, en los que, supuestamente, se traficaba con cocaína al por menor. El menor declaró entonces que fue su padre el que le incitó a que disparara contra los heridos, pero que él no quería causarles ningún mal.

Una familiar de la mujer fallecida es atendida por la policía durante la madrugada.F. J. B.

Sobre la firma

Archivado En