Crítica:XXI FESTIVAL DE JAZZ DE MADRID

Algo que recordar

El clan de los Valdés celebró, en su concierto del XXI Festival de Jazz de Madrid, en el Centro de la Villa, su fiesta mayor con el teatro a tope. Tras la introducción a cargo del veteranísimo Bebo, vino el esperado reencuentro entre el patriarca y su primogénito, el afamado jazzista Chucho Valdés, rememorando al retratado por Fernando Trueba en Calle 54.

Uno frente al otro dieron vida a un repertorio ecléctico con un pie en el estándar de jazz y el otro en su equivalente afrocubano. Si pudo producirse algún desajuste eventual, debe entenderse que ni el jazz es matemática ni los ...

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El clan de los Valdés celebró, en su concierto del XXI Festival de Jazz de Madrid, en el Centro de la Villa, su fiesta mayor con el teatro a tope. Tras la introducción a cargo del veteranísimo Bebo, vino el esperado reencuentro entre el patriarca y su primogénito, el afamado jazzista Chucho Valdés, rememorando al retratado por Fernando Trueba en Calle 54.

Uno frente al otro dieron vida a un repertorio ecléctico con un pie en el estándar de jazz y el otro en su equivalente afrocubano. Si pudo producirse algún desajuste eventual, debe entenderse que ni el jazz es matemática ni los Valdés son las hermanas Labèque, ni falta que les hace.

Mayra Caridad fue la última en aparecer. La menor del clan interpretó boleros con aires de cantante de jazz y pretendió que la audiencia le coreara La Negra Tomasa: vistos los resultados, debió pensar que, mejor, dejar el asunto a los que saben.

Familia Valdés

Bebo Valdés y Chucho Valdés, piano;

Mayra Caridad Valdés, voz. Centro de

la Villa. Madrid, 26 de octubre.

La cosa terminó con el infatigable Bebo regalando bises uno tras otro. Una noche de las que no se olvidan.

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