Cartas al director

Cobardías

Lo peor y seguramente lo único malo de la cobardía es el desprestigio social que tiene. Quizá por ese motivo, cuando enfrentarse a una iniquidad comporta riesgos preferimos refugiarnos en otros motivos antes que achacar valientemente al miedo nuestra pasividad frente a la misma. Esos motivos van desde una falsía hipócrita, "yo no me meto en política", hasta llegar a disculpar más o menos parcialmente a los verdugos, "no estoy de acuerdo con esas acciones, pero...", cuando no a culpabilizar a las víctimas, "algo habrán hecho". Así, en la pasada Alemania nazi; así, en él más reciente nacional-fr...

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Lo peor y seguramente lo único malo de la cobardía es el desprestigio social que tiene. Quizá por ese motivo, cuando enfrentarse a una iniquidad comporta riesgos preferimos refugiarnos en otros motivos antes que achacar valientemente al miedo nuestra pasividad frente a la misma. Esos motivos van desde una falsía hipócrita, "yo no me meto en política", hasta llegar a disculpar más o menos parcialmente a los verdugos, "no estoy de acuerdo con esas acciones, pero...", cuando no a culpabilizar a las víctimas, "algo habrán hecho". Así, en la pasada Alemania nazi; así, en él más reciente nacional-franquismo; así, en el País Vasco, y no sólo País Vasco, nacionalista actual.

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