Columna

'Blink'

Blink significa, en inglés, parpadeo, golpe de vista. Mediante un golpe de vista creemos hacernos cargo de la totalidad tal como si por esa visión fulgurante se hubiera cazado la escena absoluta. El golpe de vista se relaciona muy directamente con el famoso ojo clínico que adivina el punto del mal en la medicina. La causa primordial no se muestra evidente, pero el blink la alumbra con tino y obtiene el perfil de la molécula nociva. Gracias al primer vistazo, brotan concienzudas relaciones de amor y, por la impresión inicial, se promueven decisiones de trascendencias formidables....

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Blink significa, en inglés, parpadeo, golpe de vista. Mediante un golpe de vista creemos hacernos cargo de la totalidad tal como si por esa visión fulgurante se hubiera cazado la escena absoluta. El golpe de vista se relaciona muy directamente con el famoso ojo clínico que adivina el punto del mal en la medicina. La causa primordial no se muestra evidente, pero el blink la alumbra con tino y obtiene el perfil de la molécula nociva. Gracias al primer vistazo, brotan concienzudas relaciones de amor y, por la impresión inicial, se promueven decisiones de trascendencias formidables.

Malcom Gladwell llama, en su último libro, al efecto blink "el poder de pensar sin pensar". Una potencia ajena a la reflexión y muy fomentada por la cultura de nuestros días. El examen de los procesos de decisión, la metodología del cálculo, la comparación de las diferentes estrategias, forman parte de las escuelas de business y de soportes del yo, pero el sujeto actual se impacienta ante la morosidad del pensamiento profundo. Más bien hoy, en un ambiente de reflejos y pantallas planas, de puntos discontinuos y noticias súbitas, el blink se convierte en signo del saber y la decisión moderna. Así, en franco paralelismo con el clic del objetivo fotográfico, el blink reproduce el subjetivo categórico. Los artistas lo supieron desde mucho antes: no hay idea mejor que la surgida sin querer y a la primera. Pero ahora, quién puede dudarlo, todos somos como artistas. Ejercemos el oficio en las continuas elecciones del consumo, en los ejercicios interminables de la decoración, en los obsesivos diseños del propio aspecto con el gimnasio, la cirujía, la pastilla o la inyección. En consecuencia, siendo ya todos artistas, ¿cómo no valerse del don de la inspiración?

Y el blink constituye precisamente esto: un relámpago divino y crucial. Una pulsación que lleva a creer saber, de una vez, lo que merece la pena tener en cuenta y olvidar la antigua y fastidiosa tarea de la meditación o el análisis. Blind quiere decir ciego, blindado, pero blink rompe la vetusta muralla de la razón e inaugura, por fin, el gran reino del chip, el éxito del impacto, la política efímera del sí y el no, el alto dominio del azar y el susto.

Archivado En