Fallecen dos ocupantes de una avioneta que se estrelló tras perder un ala

El ultraligero desapareció el pasado viernes y fue localizado ayer en un olivar de Toledo

Un avión ultraligero que tenía previsto aterrizar por la tarde en el aeródromo de Casarrubios del Monte (Toledo) sufrió el pasado viernes un accidente, tras desprendérsele un ala por causas que aún se desconocen, lo que provocó la muerte de sus dos ocupantes.

La aeronave, en la que viajaban A. L. M. F., de 49 años, y el piloto M. S. G., de 54, salió del mencionado aeropuerto el viernes con destino a Valdepeñas (Ciudad Real) y emprendió la vuelta desde esta localidad a las 18.30. Ignacio Alduayen, director del aeródromo, explicó ayer que cuando observaron que el avión no regresaba como e...

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Un avión ultraligero que tenía previsto aterrizar por la tarde en el aeródromo de Casarrubios del Monte (Toledo) sufrió el pasado viernes un accidente, tras desprendérsele un ala por causas que aún se desconocen, lo que provocó la muerte de sus dos ocupantes.

La aeronave, en la que viajaban A. L. M. F., de 49 años, y el piloto M. S. G., de 54, salió del mencionado aeropuerto el viernes con destino a Valdepeñas (Ciudad Real) y emprendió la vuelta desde esta localidad a las 18.30. Ignacio Alduayen, director del aeródromo, explicó ayer que cuando observaron que el avión no regresaba como estaba previsto, avisaron al Servicio Aéreo de Rescate (SAR) del Ejército y le comunicaron la ruta que podía haber seguido.

Pero hasta ayer por la mañana no se pudo localizar el aparato. Un sanitario del SAR pudo descolgarse del helicóptero que hacía la búsqueda, que avistó el aparato en unos olivares del municipio toledano de Villasequilla. Allí observó que, junto a los restos de la aeronave, se encontraban los cuerpos de sus dos tripulantes, y dictaminó su fallecimiento.

El equipo de rescate encontró el ala del avión a unos cuatro kilómetros del lugar y, aunque las investigaciones continúan, todo apunta a que ésta se desprendiera en pleno vuelo.

Alduayen explicó que el piloto, M. S. G., propietario del aparato, tenía mucha experiencia y horas de vuelo, por lo que descarta que el accidente fuera fruto de la impericia.

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