Columna

La cadena

El alcalde de Torrevieja ha llamado "mamporreros" a otros dirigentes del PP (pero zaplanistas). Gallardón, miembro de la facción más fina, evita semejantes epítetos, pero su compañero de fatigas a la hora de envainársela, Manuel Cobo, habla en Madrid de talibanes y constata compungido el encanallamiento de la política como descubriendo el Mediterráneo. Fastuoso espectáculo también el del Ayuntamiento de Alicante. En pleno y en público, entre la propia bancada del PP, se arrojan a la cabeza entornos de protección, millones de metros por recalificar, bañistas muertos, complejos deportivos, guías...

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El alcalde de Torrevieja ha llamado "mamporreros" a otros dirigentes del PP (pero zaplanistas). Gallardón, miembro de la facción más fina, evita semejantes epítetos, pero su compañero de fatigas a la hora de envainársela, Manuel Cobo, habla en Madrid de talibanes y constata compungido el encanallamiento de la política como descubriendo el Mediterráneo. Fastuoso espectáculo también el del Ayuntamiento de Alicante. En pleno y en público, entre la propia bancada del PP, se arrojan a la cabeza entornos de protección, millones de metros por recalificar, bañistas muertos, complejos deportivos, guías, geriátricos y hasta tanatorios.

La excusa para esta riña de bandas es el Plan de las Torres, retirado por Alperi porque veinte de su grupo iban a dejarle solo. Luego ellos y ellas se acusaron de todo, hasta de asesorar al PSOE, llegando a decir del ahora expedientado alcalde que "la ciudad le importa un pimiento". El zaplanista Pedro Romero, ante una posible intervención pacificadora desde las alturas, contesta que "cuanta más gente venga, mejor". Más nos divertimos, le ha faltado añadir al descarado: ¡mira que rebajar a gente a todo un bipresidente como Camps!

Este concejal, et alter, acusan a Alperi de favorecer negocios y de no proteger los Bienes de Interés Cultural. Gallea purismos ahora, la escuadra zaplano-conservacionista, como si no hubieran sido promotores o consentidores de atrocidades mil. Como si no supiéramos la práctica que tiene la derecha especuladora a la hora de canjear dunas, estadios, montes y bosques como quien trueca estampitas. Hoy se enseñan los dientes, pero cuando mañana vuelvan a coincidir sus intereses, estad seguros de que estallará la paz que reside en la punta de las hormigoneras. En la fiesta de la reconciliación volverán a ser sacrificados los ríos, los humedales y los monumentos. Y aquí no ha pasado nada.

Pero lo cierto es que el germen de un centro comercial lame ya los basamentos de Torre Castillo. Y el mismo Romero reconoce sin vergüenza que hay otras (Torre Placiá) a cuatro metros del cuarto de baño de algún vecino. Por favor, que alguien tire de la cadena.

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