Columna

¿Qué coalición?

Menudean las noticias sobre llamadas al acercamiento entre EU y el BNV, conscientes de que el camino hacia el bipartidismo de la política valenciana no era una quimera de analistas sino un proceso real y doloroso que excluye partidos (PDL, UPV, CDS, UV, BNV...) de las Cortes Valencianas.

Los nacionalistas, todavía prisioneros del trauma de la alianza con IU en las autonómicas y municipales de 1987, temen que la reedición de aquél pacto genere una nueva fisura (entonces la escisión de quienes formaron el PVN), pero desconfían de que con su sola fuerza puedan entrar en el parlamento valen...

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Menudean las noticias sobre llamadas al acercamiento entre EU y el BNV, conscientes de que el camino hacia el bipartidismo de la política valenciana no era una quimera de analistas sino un proceso real y doloroso que excluye partidos (PDL, UPV, CDS, UV, BNV...) de las Cortes Valencianas.

Los nacionalistas, todavía prisioneros del trauma de la alianza con IU en las autonómicas y municipales de 1987, temen que la reedición de aquél pacto genere una nueva fisura (entonces la escisión de quienes formaron el PVN), pero desconfían de que con su sola fuerza puedan entrar en el parlamento valenciano, mientras que los sectores de EU que animan el acercamiento (Esquerra i País y Esquerra Valenciana, principalmente) lo defienden adosado a superar la barrera electoral y a maximizar el beneficio parlamentario para ponerlo al servicio de una alternativa al PP, que inevitablemente significa apoyar al PSPV-PSOE

Una alianza electoral programática entre nacionalistas, izquierda alternativa y grupos verdes aseguraría, sin duda, la representación, pero tendría un correlato difícil en la concertación de listas municipales y, a mi modesto entender, generaría dos movimientos paralelos en su contra: el voto útil hacia el PSPV-PSOE, y la movilización extrema de los votos moderados hacia el PP para darle de nuevo la mayoría absoluta.

Para evitar un precipitado como ése, no obstante, hay otras soluciones como, por ejemplo, apoyar una lista única para superar la barrera con ese único objetivo y sin otro compromiso programático que defender la coalición ante la injusticia manifiesta de la cláusula de barrera. Ese acuerdo debería indagar en la legislación electoral la posibilidad de presentar listas únicas en las circunscripciones valencianas pero singularizadas de modo que los electores pudieran escoger lista única con el logotipo de EU (e hipotéticos aliados) o lista única con el logotipo del BNV (e hipotéticos aliados), con el compromiso de que en el escrutinio final se cuenten las papeletas por logotipos, y los coaligados puedan saber que cuota de votos tienen en la cifra global.

Soy consciente de que la legislación electoral no lo pondría fácil para un propósito como ese, pero algunos precedentes apuntan a que no se trata de algo descabellado; por ejemplo, en las elecciones legislativas de 1969 a la Kneset de Israel se presentó una lista bajo la sigla Maarach, donde había candidatos del Mapai y de Achdut Haavoda; este sistema de "listado conjunto de aparición múltiple" (Gary W. Cox), permitiría que los votantes de EU votasen a la coalición en papeletas con su logotipo, y que los del BNV lo hiciesen a la misma bajo el logotipo propio. La Junta Electoral de la CV facilitaría en el escrutinio certificación de cuántas papeletas de la lista conjunta pertenecen al logotipo de unos y de otros. Después, sobre el reparto oficial de los escaños de la lista única en las tres circunscripciones, los coaligados podrían hacer el ajuste pertinente en la asignación final de escaños, por el número de papeletas que suma cada logotipo; ello haría que no fuese problemático el orden estricto de los candidatos en la lista cerrada y los diputados de cada grupo tendrían las manos libres.

El anuncio veraz de una coalición de ese tipo, además, animaría al PSPV-PSOE y al PP a rebajar la barrera al 3% no sólo en nombre de la ética política sino también de la inutilidad de mantenerla por más tiempo vigente.

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