Editorial:

El legado del Fórum

El Fórum de las Culturas ha cerrado sus puertas tras 141 días. Su convocatoria fue un reto por la novedad del formato y por la apelación a que la ciudadanía participara en unos debates, exposiciones y espectáculos basados en la paz, la diversidad cultural y la sostenibilidad. El Fórum barcelonés ha ofrecido excelentes espectáculos acompañados de algunos mediocres, una exhaustiva variedad de exposiciones y cincuenta diálogos, unos de enorme interés y otros que no dieron la talla.

Hay un factor que distorsiona, pero no debiera contaminar el sólido balance final: las expectativas un tanto ...

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El Fórum de las Culturas ha cerrado sus puertas tras 141 días. Su convocatoria fue un reto por la novedad del formato y por la apelación a que la ciudadanía participara en unos debates, exposiciones y espectáculos basados en la paz, la diversidad cultural y la sostenibilidad. El Fórum barcelonés ha ofrecido excelentes espectáculos acompañados de algunos mediocres, una exhaustiva variedad de exposiciones y cincuenta diálogos, unos de enorme interés y otros que no dieron la talla.

Hay un factor que distorsiona, pero no debiera contaminar el sólido balance final: las expectativas un tanto ampulosas que la organización levantó sobre el acontecimiento. Calculó que lo visitarían cinco millones de personas y que su celebración serviría "para mover el mundo". Al final han sido algo más de tres millones de visitantes, y en cuanto a "mover el mundo", sus propios responsables han admitido que ha resultado un eslogan pretencioso. Los grupos anti-Fórum, mezclando críticas razonables con argumentos demagógicos, no consiguieron una respuesta militante contra el evento, pero en los primeros meses se instaló una cierta indiferencia hacia el acontecimiento. El exceso de oferta provocó una saturación paralizante que sólo corrigió el boca-oreja más que favorable de los visitantes. Y en este último mes se han visto aglomeraciones en el recinto que no se habían producido en los cuatro anteriores.

Pero el Fórum, con sus claroscuros, ha sido una realidad y deja una huella. Ahí quedan dos importantes legados. De una parte, ha reconstruido y dignificado un enorme rincón que la ciudad ignoraba, sin exportar a terceros las industrias inhóspitas que cobija: depuradora, incineradora y central eléctrica. De otra, el propio Fórum, como oferta cultural y lúdica de nuevo cuño, no desaparece y pervive. Monterrey celebrará la próxima edición y distintas ciudades asiáticas, suramericanas y europeas han mostrado su interés por cobijar otras. La experiencia de Barcelona ayudará a renovar el reto de construir acontecimientos sobre algo tan pertinente como las ideas que necesita la nueva ciudadanía en el siglo XXI. Finalmente, ha valido la pena.

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