DESDE MI SILLÍN

Gruppeteros

Parecía que este momento no iba a llegar, pero ha llegado y puedo gritar sin miedo: "¡Ya está!" (no lo hago por motivos prácticos: estamos bajando Navacerrada en el autobús y la asociación mental "conductor-grito-susto-frenazo-barranco" no me da buena espina). ¿Qué? ¿Pero qué oigo? ¿Que queda la contrarreloj de Madrid? Qué me importa. Eso es para Pérez y Heras, que se están jugando la Vuelta, y para cuatro extraviados más con ganas de disputar algo. Las mías se han desvanecido en idéntica proporción que mis fuerzas. A mí lo que me importa es que esto ha terminado. La crono será un paseí...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Parecía que este momento no iba a llegar, pero ha llegado y puedo gritar sin miedo: "¡Ya está!" (no lo hago por motivos prácticos: estamos bajando Navacerrada en el autobús y la asociación mental "conductor-grito-susto-frenazo-barranco" no me da buena espina). ¿Qué? ¿Pero qué oigo? ¿Que queda la contrarreloj de Madrid? Qué me importa. Eso es para Pérez y Heras, que se están jugando la Vuelta, y para cuatro extraviados más con ganas de disputar algo. Las mías se han desvanecido en idéntica proporción que mis fuerzas. A mí lo que me importa es que esto ha terminado. La crono será un paseíto para soltar las piernas y hacer turismo por la capital.

Bueno..., no sólo yo, sino todos mis compañeros de gruppeto, unos cuantos. Ayer, según llegamos a la meta, hicimos la ola con los brazos, nos felicitamos y nos marchamos con la sonrisa en la cara. Y eso, a pesar del sofocón que llevábamos (y llevo) en el cuerpo. Para nosotros, "las siete revueltas" fue la última de la interminable lista de subidas y la etapa de la sierra madrileña la última de ese póker que nos tenían preparado para ajusticiarnos. Pero, para desgracia de algunos y alegría nuestra, seguimos vivos.

En el gruppeto somos muchos (casi siempre los mismos) y seguramente somos quienes más sufrimos, pero les voy a confesar una cosa: en el fondo, somos los que mejor nos lo pasamos. Bien es cierto que es reír por no llorar, pero más vale tomárselo con filosofía. No es la primera vez que digo que en el gruppeto es donde se hacen los amigos. A mí me lo decían los veteranos y el tiempo no hace más que corroborármelo. Los que disputan son perros de presa que no atienden más que a su instinto. Nosotros, no; somos amigos y compañeros y nuestro deber es ayudarnos. Si ustedes pudiesen ser ciclistas por un día, deberían ser gruppeteros. Sería una vivencia de ésas que unen más que cualquier otro lazo. No lo duden y atrévanse, pero ya el año que viene.

Pedro Horrillo es corredor del Quick Step.

Archivado En