VUELTA 2004 | Decimoséptima etapa

"No te rindas, Alejandro"

"No te rindas tan pronto, Alejandro, no te rindas". Sobre el cálido, y reluciente, asfalto nuevo del parking de La Covatilla la chiquillería charra olvida por un momento la devoción a su Heras y rodea, el alma en vilo, a su Valverde, al ídolo juvenil del ciclismo español. Valverde acaba de salir, su sonrisa patentada siempre por delante, de la Vito de su equipo -donde se ha cambiado, se ha puesto un pantalón corto limpio- y vuelve a tomar la bicicleta para bajar por donde ha sufrido, 10 kilómetros hasta el autobús. Le rodean los chicos y los periodistas. Y ante éstos se confiesa derrotado. "La...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

"No te rindas tan pronto, Alejandro, no te rindas". Sobre el cálido, y reluciente, asfalto nuevo del parking de La Covatilla la chiquillería charra olvida por un momento la devoción a su Heras y rodea, el alma en vilo, a su Valverde, al ídolo juvenil del ciclismo español. Valverde acaba de salir, su sonrisa patentada siempre por delante, de la Vito de su equipo -donde se ha cambiado, se ha puesto un pantalón corto limpio- y vuelve a tomar la bicicleta para bajar por donde ha sufrido, 10 kilómetros hasta el autobús. Le rodean los chicos y los periodistas. Y ante éstos se confiesa derrotado. "La Vuelta está entre Santi y Roberto", dice Valverde, quien de estar segundo a 5s del líder, Heras, ha pasado a ser tercero a 2m15s. "Para mí, perdida, perdida no está, pero sí muy difícil. Es posible que la haya perdido ya". Es entonces cuando estalla el coro. "No te rindas, no te rindas".

Se lo dicen, se lo exigen, se lo ordenan, pero no como lo hacía su Ángela, su novia, desde el coche en la contrarreloj, sino con la mínima esperanza con que se pregunta a un enfermo, deseando que responda que no, que no se rinde, que la Vuelta la va a ganar, y queriendo creer que entonces es todo posible. Pero Valverde no les da esa alegría. Prefiere intentar narrar su tormento. "He sufrido el calor, creo que me he deshidratado", dice, como dijo en Atenas al quedarse seco en la última vuelta de la carrera olímpica. "Pero esta vez las sensaciones han sido diferentes. Quería darle fuerte a los pedales y no podía. Ha sido como una pájara, porque antes no iba mal. Iba bien. Iba preparado para todo, pero de golpe y porrazo me he venido abajo. Y estaba Carlos Quesada conmigo y se tenía que parar a esperarme. Yo no podía seguirle". En apenas 6,5 kilómetros vio cómo le adelantaban a quienes antes había dejado atrás y perdió 2m 42s con Santi Pérez, 2m 10s con Heras, 1m 56s con Mancebo. Mantuvo el tercer puesto por un segundo. "Ha sido sólo un día malo. No pasa nada", dijo.

Sobre la firma

Archivado En