Tribuna:DESDE MI SILLÍN

Estoy vendido

La verdad es que soy un desagradecido. Hace unos días andaba yo por aquí declarándome en venta -aprovechando mi columna desvergonzadamente como escaparate- y resulta que llega el día en que ya estoy vendido, y voy, y no digo nada.

Pues sí, lo dicho, y lo siento mucho por si alguno de ustedes se había hecho ilusiones. Siga buscando, como ponía en los boletos que compraba yo de pequeño. Y sean pacientes, que dentro de dos años vuelvo a estar en venta.

Ya estoy vendido. Hace unos días deshoje la margarita y caí en manos del mejor postor, que en éste caso fueron los holandeses del Ra...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La verdad es que soy un desagradecido. Hace unos días andaba yo por aquí declarándome en venta -aprovechando mi columna desvergonzadamente como escaparate- y resulta que llega el día en que ya estoy vendido, y voy, y no digo nada.

Pues sí, lo dicho, y lo siento mucho por si alguno de ustedes se había hecho ilusiones. Siga buscando, como ponía en los boletos que compraba yo de pequeño. Y sean pacientes, que dentro de dos años vuelvo a estar en venta.

Ya estoy vendido. Hace unos días deshoje la margarita y caí en manos del mejor postor, que en éste caso fueron los holandeses del Rabobank. Así que, entre otras cosas, me verán el año que viene con una camiseta naranja tratando de lanzarle los sprints al ex-bicampeón mundial Óscar Freire.

Pero cuando ya el artículo parecía llegar a su fin pues el tema de mi venta no daba para más, vino la gramática a ayudarme por medio del diccionario. Resulta que estar vendido es figuradamente "estar en conocido peligro ante algunos que son capaces de ocasionarlo, o más sagaces en la materia de que se trata". Y mira tú por donde que resulta que en este sentido también, es decir, que otra vez estoy vendido (no diré nada a los holandeses a ver si van a buscar en la letra pequeña y descubren algún tipo de incompatibilidad contractual con esta doble venta).

Estoy vendido -yo, y también mis compañeros de grupetto-, porque hoy en la cronoescalada ya puedo espabilarme, que como me despiste un poco me mandan para casa. El peligro se llama tiempo máximo, un 25% del tiempo del ganador. Yo lo supero, y mi equipo me premia con un billete de avión para casa. No está mal, ¿verdad?.

Pero ustedes pensarán que no hay problema: si estos chicos están entrenados y se cuidan, son profesionales y les dan masajes, y encima recuperan bien de un día para otro y esas cosas.

Pues ya les digo yo que no, que sé de lo que hablo. De fácil nada. A disputar la etapa a muerte para poder continuar.... aunque bien pensado y viendo que en la próxima semana hay más días en los que también estaré vendido, ¿porqué no me vendo definitivamente y se termino el mercadillo?.

Pedro Horrillo es corredor del Quick Step.

Archivado En