Tribuna:DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2004

Datos

Todos los días a media tarde, las máquinas de dar pedales llegan agotadas a sus hoteles de descanso. Mientras sus cuidadores les enchufan a la corriente para cargar las baterías para el día siguiente, los doctores y preparadores comienzan a extraer el torrente de datos que esas máquinas han ido almacenando durante el periodo de funcionamiento.

Nuestro médico, el doctor Alonso, finge preocuparse por nosotros: ¿Qué tal ha ido hoy? ¿Qué sensaciones? ¿Cómo te has encontrado?... y demás preguntas banales que son sólo para despistar, simple educación. Lo que de verdad le interesa es el pulso ...

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Todos los días a media tarde, las máquinas de dar pedales llegan agotadas a sus hoteles de descanso. Mientras sus cuidadores les enchufan a la corriente para cargar las baterías para el día siguiente, los doctores y preparadores comienzan a extraer el torrente de datos que esas máquinas han ido almacenando durante el periodo de funcionamiento.

Nuestro médico, el doctor Alonso, finge preocuparse por nosotros: ¿Qué tal ha ido hoy? ¿Qué sensaciones? ¿Cómo te has encontrado?... y demás preguntas banales que son sólo para despistar, simple educación. Lo que de verdad le interesa es el pulso medio y el tiempo por encima, entre y por debajo del umbral. Es decir, todos los datos que quedan registrados en el pulsómetro, su maquinita preferida -amén de nosotros, que también somos maquinitas-, que la mayoría de nosotros llevamos acoplado en el manillar. Algunos -yo entre ellos-, tenemos la manía de girarlo hacia adelante para así no poder ver la pantalla. Lo hacemos por nuestra propia seguridad, pues ver el pulso no haría más que asustarnos.

Los datos están ahí; también la tensión diaria al despertarnos, el pulso en reposo y el peso antes y después del esfuerzo. No sabemos muy bien qué van a hacer con ellos, aunque confiamos en que el doctor y nuestro preparador el Signore Guercilena no los utilicen en nuestra contra.

A los corredores nos van más otro tipo de datos. Como por ejemplo el de la velocidad media, ese que te indica el índice de tortura de la etapa en cuestión. O el desnivel acumulado, como el de ayer, un dato de impresión: 3.880 metros. Lo que significa algo así como que si hubiesemos salido del nivel del mar, subiendo y subiendo, ahora andaríamos un poco por encima del Teide, ¿no?

Y hay datos que nos gustan más aún, los datos que reconfortan. Como el saber que ya hemos pasado la novena etapa, la temida y durísima -no podía ser menos siendo diseñada por el propio Belda- etapa de Aitana. O que ya falta menos para el primer día de descanso. O uno mejor aún: que son las nueve y cuarto, que este artículo ya ha terminado, y que sólo me queda cenar y dormir.

Pedro Horrillo es ciclista del equipo Quick Step.

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