Entrevista:ISAAC ROSA | Escritor

"No hay autores inocentes"

Una terraza en sombra en Chamartín. Su mujer, Marta, y su bebé, Olivia, se van "a leer la prensa". Isaac Rosa habla a una velocidad inapuntable.

Pregunta. Así que 29 años y una novela sobre el franquismo.

Respuesta. La primera novela que escribí era sobre la Guerra Civil. La intención era similar, lo que pasa es que era más convencional, más inmadura, y caía en algunos de los defectos que critico en esta novela sobre la ficción del franquismo. También empecé la segunda novela preso de esa memoria prestada, llena de trampas y clichés.

P.
Es más un ensa...

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Una terraza en sombra en Chamartín. Su mujer, Marta, y su bebé, Olivia, se van "a leer la prensa". Isaac Rosa habla a una velocidad inapuntable.

Pregunta. Así que 29 años y una novela sobre el franquismo.

Respuesta. La primera novela que escribí era sobre la Guerra Civil. La intención era similar, lo que pasa es que era más convencional, más inmadura, y caía en algunos de los defectos que critico en esta novela sobre la ficción del franquismo. También empecé la segunda novela preso de esa memoria prestada, llena de trampas y clichés.

P. Es más un ensayo que una novela, aunque algunos críticos dicen que sigue la tendencia que mezcla realidad y ficción. Como Soldados de Salamina...

R. El juego realidad-ficción es tan viejo como la literatura. Pero más allá de eso, mi novela no tiene nada que ver formalmente, ni en sus conclusiones, con la de Cercas.

P. Más bien es lo contrario.

R. No se parece en nada. Si se pareciera, es que hice algo mal.

P. ¿No le gustó Soldados...?

R. Es correcta, interesante sobre todo como ejemplo de cierre del pasado, como modelo conciliador. Y eso es lo que no me gusta de ella, su interpretación sentimental, su propuesta de liquidación: "Hubo héroes y villanos, pero todos perdimos, cerremos el capítulo, no le demos más vueltas a la guerra civil".

P. Así que su novela es una crítica de ese tipo de novelas.

R. Ante todo es una corrección de sí misma; vi que andaba metido en todos los lugares comunes habituales de esa memoria sentimentalizada y decidí recomenzar ante los ojos del lector, tratando de que el lector sea cómplice y revise sus lecturas y se dé cuenta de que esas novelas que según sus autores se escriben solas y esos personajes que se desmadran en realidad no existen. No hay autores ni novelas inocentes.

P. Ni rojas ni azules...

R. No sólo el PP ha recuperado el lenguaje duro del franquismo. El discurso franquista y antifranquista se han utilizado mucho en función de las necesidades del presente. Muchos han recuperado la memoria roja para arrojársela al PP, no para recordar a los olvidados. Y a veces el discurso de la lucha antifranquista incide sólo en lo grotesco: la censura, su estética gris; otras veces nos cuentan actos de un heroísmo exagerado...

P. Pero él cascó en la cama.

R. Sí, como dijo un optimista: "Lo matamos en la cama". Fue una dictadura. ¿Y qué más? ¿Quién participaba? ¿Cómo? He pensado mucho y no he llegado a una conclusión, pero creo que tenemos que hacer lo mismo que los alemanes, con sus defectos, han hecho con el nazismo: escribir la versión oficial y rechazar las versiones dulcificadas. Una memoria común de mínimos. Y luego, debatir.

P. Igual no se puede porque perdura el franquismo.

R. Es muy gordo decir que somos una sociedad franquista, pero lo somos, y no sólo en los callejeros, sino en muchas cuestiones sociales y estructurales, la lejanía de Europa, las carencias... P. ¿Y la izquierda?

R. Una parte de la izquierda sigue aún las reglas de juego que impuso el franquismo, y su visión distorsionada del pasado condiciona el presente. Además, al trazar la división dictadura / democracia, olvidan que había mucha gente en la gran tierra de nadie.

P. ¿No hubo héroes?

R. Algunos, los machacaron y persistieron, pasaron 20 años en la cárcel o fueron asesinados. Los luchadores obreros lo pasaron mal. Ellos fueron lo más parecido a los héroes, y no otros que se presentaron así y sólo hacían méritos.

El escritor Isaac Rosa, autor de El verano de ayer, en Madrid.LUIS MAGÁN

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