Reportaje:

Peligroso fútbol en el metro

Un grupo de jóvenes que jugaba a la pelota en el andén de Universitat provocó una avería en la línea 1

Ayer, durante una hora no funcionó la línea 1 del metro de Barcelona. La causa primera fue un pelotazo al techo de la estación de Universitat. Un grupo de jóvenes jugaba al fútbol en el andén. Un chut hizo que el balón se estampara contra uno de los monitores, rebotase en el techo y desprendiera una placa metálica. Ésta se desplomó sobre la catenaria y dejó la línea sin electricidad. Eran las 11.53 horas y el servicio no quedó totalmente restablecido hasta las 12.53, aunque un poco antes entraron en funcionamiento las estaciones de los dos extremos de la línea, quedando para el final el tramo ...

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Ayer, durante una hora no funcionó la línea 1 del metro de Barcelona. La causa primera fue un pelotazo al techo de la estación de Universitat. Un grupo de jóvenes jugaba al fútbol en el andén. Un chut hizo que el balón se estampara contra uno de los monitores, rebotase en el techo y desprendiera una placa metálica. Ésta se desplomó sobre la catenaria y dejó la línea sin electricidad. Eran las 11.53 horas y el servicio no quedó totalmente restablecido hasta las 12.53, aunque un poco antes entraron en funcionamiento las estaciones de los dos extremos de la línea, quedando para el final el tramo entre Espanya y Marina.

Los agentes del metro acudieron al lugar, pero los jóvenes aficionados al juego de la pelota se habían dado a la fuga. Los portavoces del metro no precisaron si las cámaras grabaron las imágenes para identificarles y reclamarles daños y perjuicios. La avería de una de las líneas más utilizadas del metro tuvo consecuencias sobre el resto de la red de transporte público. Los autobuses se saturaron más de lo normal y también las otras líneas, en especial la 3.

En esta línea dejaron de funcionar de inmediato los relojes que señalan el tiempo de espera. Una medida que la compañía aplica durante todo el verano sin reconocerlo, aunque así lo explican trabajadores consultados por este diario. Cuando el reloj funciona, lo que logra es irritar al personal, porque las indicaciones de tiempo son constantemente corregidas al alza, salvo en las horas punta, cuando la compañía echa el resto.

La avalancha de personal a la línea 3 tuvo una segunda consecuencia: los aparatos de aire acondicionado, que habitualmente sudan y gotean sobre los asientos, empezaron a soltar el agua a chorros, regularmente sobre el personal, que vio así aliviados sus calores. Hubo quien pretendió notificar a la empresa la anomalía por la vía establecida: comunicación al jefe de estación, redacción de una nota en el impreso previo. Mal asunto, el servicio de atención al cliente parece diseñado como un servicio contra el cliente. El jefe de estación reparte su tiempo entre las quejas y la atención al público que quiere un billete, un abono o preguntar algo. El ciudadano acaba desistiendo de reclamar ante la perspectiva de provocar una cola más larga que la que ayer vivió la Ronda de Dalt. Eso sí, satisfecho de haber optado, con civismo, por el transporte público. Por la noche nadie jugaba al fútbol, pero había una avería en Vallcarca.

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