Reportaje:TOUR 2004 | Jornada de descanso

Sangre joven en montañas viejas

El estadounidense se queda solo ante una nueva hornada, con los Alpes como última cita para atacarle

Desperdigados los ciclistas en pequeños hoteles por la campiña de la Provenza, entre cipreses, olivos y viñedos, ayer pudieron disfrutar de las hamacas de las piscinas y las visitas de las novias para preparar el cuerpo y la mente ante tres jornadas consecutivas en los Alpes. Entre Lance Armstrong y la mayor proeza de la historia del Tour se interponen 14 puertos de montaña y 130 kilómetros de ascensiones. Es la última oportunidad de atacar al portento tejano y a su falange azul del US Postal, que hasta ahora no han ofrecido la menor concesión para que alguien les ponga a prueba. Con Hamilton ...

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Desperdigados los ciclistas en pequeños hoteles por la campiña de la Provenza, entre cipreses, olivos y viñedos, ayer pudieron disfrutar de las hamacas de las piscinas y las visitas de las novias para preparar el cuerpo y la mente ante tres jornadas consecutivas en los Alpes. Entre Lance Armstrong y la mayor proeza de la historia del Tour se interponen 14 puertos de montaña y 130 kilómetros de ascensiones. Es la última oportunidad de atacar al portento tejano y a su falange azul del US Postal, que hasta ahora no han ofrecido la menor concesión para que alguien les ponga a prueba. Con Hamilton y Heras ya al margen de la disputa, con Ullrich a dos palmos del despeñadero, Armstrong se ha quedado solo frente a una nueva generación.

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A no ser que Ullrich se levante esta mañana mágicamente renacido, sólo quedan tres hombres en condiciones de poner en ciertos apuros al estadounidense: el italiano Ivan Basso, retrasado de él un minuto y medio, y el alemán Andreas Klöden o el español Paco Mancebo, ambos con tres minutos por detrás. Al igual que el todavía líder, el francés Thomas Voeckler, son gente que está entre los 26 y los 28 años, la edad a la que suelen madurar los ciclistas, y que nunca ha ganado una gran carrera. Como ocurre con todos los campeones legendarios, Armstrong ha quemado una generación completa. La alternativa, si la hay, sólo puede provenir de una nueva quinta.

La sangre joven de los Basso, Mancebo y compañía, los escasos supervivientes de la escabechina pirenaica, se examina ahora en las viejas cumbres alpinas. De las tres etapas consecutivas, la que más alboroto previo ha levantado es la de mañana, que convierte la clásica subida al L'Alpe d' Huez en una cronoescalada individual de 15,5 kilómetros.

Muchos han señalado también la jornada de hoy como un territorio propicio para emboscar a los rivales con un algún golpe de efecto. El recorrido fue diseñado por el ex corredor Charly Mottet, quien eligió varios puertos de los pequeños Alpes, todos por sus caras más duras. No tiene gigantes como La Madeleine, que se sube el jueves, pero en los últimos 80 kilómetros hay terreno donde castigar al rival. Y los corredores estarán más frescos que pasado mañana para dejarse llevar por los sueños de grandeza. Aunque el recorrido del jueves es terrible, siempre hay la posibilidad de que la fatiga por la contrarreloj de L'Alpe d' Huez imponga una tregua táctica en el pelotón de los más fuertes.

Hasta hoy, Armstrong no ha recibido ni un solo ataque con fundamento. Aunque Mancebo ya lo intentó y tal vez persevere, sus condiciones le abocan a buscar la compañía que no encontró hasta ahora. Podría ser la del CSC de Basso, siempre que Bjarne Riis, abandone la actitud reacia que mostró en los Pirineos. O la del T-Mobile de Ullrich y Klöden. A cualquier cosa se aferran aún los soñadores con tal de conjurar la amenaza de que los vuelva apisonar una guardia azul comandada por un tejano.

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