Tribuna:DESDE MI SILLÓN | TOUR 2004 | Décima etapa

Museo Richard

Uno mira a los codos o a las rodillas de un ciclista, y no encuentra articulaciones, encuentra recuerdos. Uno mira con detenimiento por ejemplo a mi codo derecho -por no ir más lejos-, y encuentra cicatrices quemadas por el sol. Debajo de una, podría figurar en un pequeño cartelito rectangular como en los museos debajo de las obras: Pedro Horrillo Muñoz. ¡Cuidado que la curva es cerrada!, 1999. Técnica mixta, piel natural humana raspada con asfalto abrasivo del Coll del Homme Mort, Etapa de Saint Flour, Tour de France. 1,3X2 cm. Abadiño, colección privada del artista. Continuando, podrí...

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Uno mira a los codos o a las rodillas de un ciclista, y no encuentra articulaciones, encuentra recuerdos. Uno mira con detenimiento por ejemplo a mi codo derecho -por no ir más lejos-, y encuentra cicatrices quemadas por el sol. Debajo de una, podría figurar en un pequeño cartelito rectangular como en los museos debajo de las obras: Pedro Horrillo Muñoz. ¡Cuidado que la curva es cerrada!, 1999. Técnica mixta, piel natural humana raspada con asfalto abrasivo del Coll del Homme Mort, Etapa de Saint Flour, Tour de France. 1,3X2 cm. Abadiño, colección privada del artista. Continuando, podríamos seguir recorriendo palmo a palmo el cuerpo viviente del ciclista-artista (preferentemente las partes más expuestas) en una extraña y peculiar actuación artística en la que el propio autor nos guiaría en el proceso de introducción-comprensión de su propia obra-trayectoria deportiva. Nota del autor: visita imprescindible Museo Tyler Hamilton.

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Pero como en todo, hay excepciones. Richard Virenque, un habitual del Tour desde tiempos inmemoriales, huye despavorido de las tiendas de recuerdos. Lo suyo son los lugares abiertos, mercadillos en los que discutir el precio. Odia los lugares comunes (las caídas que afectan a todos menos a él) y detesta los recuerdos típicos. Es un viajero incombustible -no un turista ocasional- que encuentra siempre su propio camino. El no busca nada, se busca a sí mismo, ese es su recuerdo. Y el caso es que no falla, siempre se encuentra. Todos los años en julio en las montañas de Francia, Richard siempre termina encontrando al famoso Virenque, ese chico francés de la camiseta blanca con puntos rojos.

Y lo curioso del tema es que esa búsqueda que puede parecer tan egocéntrica termina siendo patrimonio público para el espectador. Todos somos Richard, dicen en Francia sintiéndolo con pasión. Yo soy Richard, pensaba ayer al verle por la televisión. En su casa, en su hipotético museo deberían aparecer todas sus victorias en fila india, las "Richard Variationem" numeradas del 1 al 7. Luz Ardiden, Cauterets, Courchevel, Morzine, Mont Ventoux, otra vez Morzine, y ahora Saint Flour. Todas diferentes, todas iguales. Unas solo, otras en compañía de unos que estuvieron y ya no están, o de otros que ahora están pero antes no estaban. Pero en todas una constante: Richad, que estuvo, está, y no sé por qué, algo me dice que seguirá estando.

Pedro Horrillo es corredor del Quick Step.

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