Crítica:FESTIVAL DE VERANO

Un artista de verdad

La ópera, espectáculo total, suma de las artes y todo lo que ustedes quieran es así. Se pone en marcha una maquinaria costosísima, se reúne un reparto aplicadito, se hace la propaganda correspondiente y de todo eso queda una sola cosa, una voz, una prestancia, una suma de detalles que dejan todo lo demás en un segundo plano. Y eso ocurrió en el Real el sábado. Salir a escena Renato Bruson y cambiar el panorama fue todo uno. Lo que llevaba camino de ser una reposición de Tosca digna y aseada se transformó, por la presencia de un artista de los de verdad, en un verdadero acontecimiento. A...

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La ópera, espectáculo total, suma de las artes y todo lo que ustedes quieran es así. Se pone en marcha una maquinaria costosísima, se reúne un reparto aplicadito, se hace la propaganda correspondiente y de todo eso queda una sola cosa, una voz, una prestancia, una suma de detalles que dejan todo lo demás en un segundo plano. Y eso ocurrió en el Real el sábado. Salir a escena Renato Bruson y cambiar el panorama fue todo uno. Lo que llevaba camino de ser una reposición de Tosca digna y aseada se transformó, por la presencia de un artista de los de verdad, en un verdadero acontecimiento. Al barítono italiano le faltan dos años para cumplir los setenta, y por eso llegó al final de su parte algo apurado. Por eso y porque decidió darlo todo desde ese momento mágico en que mete el miedo en el cuerpo a los que andan zascandileando por la capilla Attavanti. La voz sigue siendo de una enorme nobleza, el fraseo perfecto y, sobre todo, esa presencia, la encarnación de un Scarpia plenamente creíble en su crueldad nada gratuita. Bruson, un clásico, hizo que esta Tosca fuera toda suya y el público le agradeció tanto arte en forma de una de las mayores ovaciones que se recordaban en el Real.

Tosca

De Puccini. Isabelle Kabatu (Tosca). Franco Farina (Cavaradossi). Renato Bruson (Scarpia). Dirección de escena: Nuria Espert. Dirección musical: Marco Armiliato. Festival de Verano del Teatro Real. Madrid, 10 de julio.

El resto fue más que digno, aunque palideciera al lado de lección tan grande. Ya se sabía que la producción de Nuria Espert no acaba de funcionar del todo. El primer acto tiene cierta prestancia y se advierte la dirección de actores; el segundo, mal que bien, se deja ver, pero, en el tercero, el hermoso preludio y la cancioncilla del pastor pasan desapercibidos y el suicidio de Tosca carece de grandeza.

Valentía

La pareja de enamorados le echó agallas y cumplieron con valentía. Isabelle Kabatu -que dominó con soltura la absurda cola de su vestido, obstáculo perverso que pareciera creado por un enemigo acérrimo de la cuerda sopranil- posee un color vocal tirando a oscuro que otorga un especial atractivo a su timbre, también un punto metálico. Trata el personaje demasiado a ras de tierra y su Visi d'arte resultó suficiente si no especialmente conmovedor, pero ya se sabe que esa suele ser la norma en el noventa por ciento de los casos. Franco Farina es un tenor de los que se entregan pero el ya de por sí plano Cavaradossi le queda demasiado uniforme y tampoco le saca mucho partido en lo actoral. Bien los comprimarios, entre ellos Luis Álvarez, Felipe Bou y Emilio Sánchez. Fabio Armiliato se creció según avanzaba la representación y fue dando con la clave de la hermosa música de Puccini.

Y, para terminar, un aviso. Hay un segundo reparto hoy, el miércoles y el viernes. En él, Tosca es Carol Vaness, Cavaradossi lo hace Nicola Rossi Giordano y Scarpia es para James Morris. No sé si el conjunto mejorará el de este primer día, pero quien quiera ver a una leyenda viva de la ópera llamada Renato Bruson que acuda al Real mañana o el jueves. De nada.

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